"Lo ideal sería tener el corazón en el cráneo y el cerebro en el pecho. Así, pensaríamos con amor y amaríamos con inteligencia."
-Anónimo

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Que no.

No todo es lo que aparenta ser.

No todas las sonrisas son sinceras.
No todas las risas son causadas por una gracia.
No todas las lágrimas son por actos ajenos, tanto alegres como si no.
No todas las miradas que el suelo contemplan son por modestia y vergüenza.
No todos los suspiros son por aburrimiento o por estar enamorado.
No todas las personas solitarias lo son por vergüenza.

Algunas sonrisas esconden historias. Historias tristes y dolorosas que se intentan esconder tras el telón de los labios con decorados a perlas.
Algunas risas, se escapan por nervios, por ocultar un secreto, por fingir que se es feliz, por no levantar sospechas.
Algunas lágrimas no necesitan el empujón de un hecho ajeno. Saben correr por sí mismas al intentar escapar de un pensamiento.
Algunas miradas de personas cabizbajas, prefieren ver el suelo que pisan, antes que tener que soportar el contacto visual con otro ser humano.
Algunos suspiros dejan escapar al aire una pizca de dolor para aliviar al cuerpo. Porque cuesta respirar. Cuesta coger todo el aire posible porque algo te oprime en el pecho, y cuando lo consigues, se te escapa.
Algunas personas son solitarias para evitar más piedras, porque ellos mismos ya se lapidan con su propio raciocinio.

No todos los ojos brillan por mero hecho.
No todos los cuerpos tiemblan por frío.
No todos los corazones laten fuerte por naturaleza.
No todo el mundo duda o desconfía por gusto.
No todo el mundo se mantiene despierto por insomnio.
No todo el mundo muere porque sí.

Algunos ojos brillan como diamantes, húmedos, doloridos.
Algunos cuerpos no pueden aguantar más, y como bombas a punto de estallar, tiritan.
Algunos corazones laten con fuerza por temor, por miedo, por pavor.
Algunas personas desconfían sin hacer falta, porque ni su sombra ni su reflejo en el espejo aparenta ser de fiar.
Algunas personas se mantienen despiertas sin querer. Que de tanto pensar, las horas vuelan, desaparecen, se pierden.
Algunas personas mueren, para dar fin al dolor. Para calmar el desgarro de las amarguras. Porque se llega a un punto en el que no se puede más.

miércoles, 15 de octubre de 2014

No sé si me lees, pero te escribo igualmente.

Me estoy fallando a mí misma. Dije, me prometí, que aunque te pensara, que no miraría atrás ni querría volver... Pero no puedo evitarlo. Te pienso demasiado, no paro de mirar atrás y a los lados a ver si te veo, y no paro de pensar en querer volver a tus brazos. Cada vez que paso por los sitios en los que hemos estado juntos, me vienen siempre todos los recuerdos, y no puedo evitar andar cabizbaja mirando al suelo cada vez que pasa eso. Y cada vez que paso por esos lugares, unos pasos antes de llegar, deseo con todas mis fuerzas que estés allí, pero nunca estás. Llevo unos días en los que estoy medianamente bien, que no te pienso tanto ni te echo tanto de menos, pero estoy cayendo en picado poco a poco.

Sí, estoy cansada de intentar que todo funcione, pero intentar borrarte de mi vida abate más. No hay ni un solo minuto del día en el que no piense en ti.
¿Sabes? Cada vez que la pregunta "¿Qué es el amor?" se me presentaba o pasaba por mi mente, la respuesta que se ponía en primer plano eras tú. Sí, tú, nada ni nadie más. Cada vez que oigo tu nombre, que desgraciadamente es muy común, se me pone la piel de gallina, y noto como una lágrima se intenta escapar, pero la arrastro de vuelta a su sitio. Soy tan estúpida, que aunque me duela tanto, te quiero. Te quiero a ti y sólo a ti. Bueno, a ti, a tu risa, a tu sonrisa imperfecta, a tus hipnotizantes ojos, a tus cálidos abrazos, a tus besos ardientes de pasión, a esa forma que tenías de picarme, a tus gestos, a tus caricias heladoras, a las estupideces que decías, a todo lo malo y todo lo bueno de ti. Te quiero. Y no sabes las ganas que tengo de hablarte, pero el orgullo me lo impide. No sabes las ganas que tengo de verte, de poder tocarte, de poder abrazarte, besarte y decirte que te quiero. No lo sabes...

Sé que ya es otra la que está metida en tu cabeza en estos momentos, igual que la última vez. Cada vez que pienso en eso, en que hay otra en la que piensas, me tiemblan las manos... Me tiemblan las manos, me castañean los dientes hasta que pierdo toda la fuerza que me queda, no puedo más y lloro, lloro más de lo que solía llorar antes. Cuanto más lloro, más quiero llorar, y más te echo de menos. Quería tanto contigo... Quería crecer contigo, sonreír y compartir los días más especiales de mi vida a tu lado. Quería que todo el mundo se sorprendiera porque estuviéramos juntos tanto tiempo. Quería que lo nuestro no tuviera final, ser una historia interminable. Quería ser la razón por la que creyeras que el "para siempre" existe, y que tú fueras la mía. Quería ser tu último pensamiento del día, ser alguien a quien tuvieras ganas de ver al día siguiente. Quería serlo todo para ti. Pero no se consigue todo lo que se quiere, ¿verdad?

Cada noche se me hace más corta, apenas duermo. Cuando cierro los ojos la primera imagen que me aparece eres tú, sonriendo, mirándome a los ojos. Y esa imagen me conduce a un recuerdo. Esa noche de otras muchas en la que me acompañaste a mi casa, nos despedimos, saliste de mi bloque, me quedé parada en el sitio por unos momentos hasta que decidí salir y correr detrás tuya. Te diste la vuelta y me dijiste: "¿A dónde vas?". Y yo te respondí "A ninguna parte", seguido de una sonrisa y un beso que no te esperabas. Y entonces, al final del beso sonreímos a la vez y nos dijimos "Te quiero" al unísono. Y esa sonrisa y mirada de después, es la imagen que me aparece cada vez que cierro los ojos. Por eso intento mantenerme despierta lo máximo posible, para no tener que recordar algo que nunca más veré.

Es curioso cómo pasamos de ser amigos a amantes, y ahora estamos avanzando a la fase de "extraños". Nada sale como se tiene previsto, al final siempre hay un adiós, y todo el mundo tiene su forma de decirlo. Intento superarlo, intento pararme a mí misma de pensarte, y me niego y me digo que el tiempo lo curará todo. Me miento y me digo que no te echo de menos para sentirme algo mejor. Y para ser sincera, tengo tantas ganas de tenerte a mi lado que me conformaría con eso, con que estuvieras sentado a mi lado incluso callado, pero que estés ahí.

Pero no voy a hablarte porque lo más seguro es que no consiga nada, o puede que como mucho que me digas que no quieres hablar, pero el resultado es el mismo. ¿Por qué? Porque eres un hijo de puta sin sentimientos, y que antes de dejar que la sangre te fluya por el cerebro y el corazón, dejas que fluya por tu polla. Me he puesto a hablar vulgarmente, ¿y qué? Es mi puto blog y son mis putos sentimientos. Y es así, eres un cabrón que piensa un poquito en los demás y todo lo posible en ti mismo. Mientras que yo, pensaba más en ti que en mí misma. Y aunque me duela, aunque me muera por querer volver a estar contigo, no volveré, porque me merezco mucho más. Aunque yo crea que no, que eres tú el que estaba destinado a estar en mi vida, hay alguien mejor por ahí, alguien que me merezco. Y si no lo hay, prefiero morir sola antes que morir contigo.

domingo, 12 de octubre de 2014

Entrada Nº25.

"La casualidad no existe, si te conocí fue por algo."

Sí, me conociste para hacer que me enamorara locamente de ti. Para convertir mi amor en locura y mi locura en dolor. Para estar ahí un momento, abrazándome y consolándome. Para no dejarme caer en el horrible e infinito abismo de mis propios pensamientos. Todo eso para luego irte, dejarme sola, rendirte cuando más te necesitaba. Eres el traidor que me ha acabado empujando al peligro del que me protegías.

Me conociste para destruirme. Pero yo a eso no lo llamaría ni "casualidad" ni "algo", lo llamaría "Trampa". Sí, trampa. Eres una trampa para osos que la vida colocó en mi camino para lesionarme la pierna con tal gravedad y tal fuerza, que me quedé estancada, sangrando e incapaz de seguir adelante.
Me has conocido para hacer de mi vida un calvario permanente.

Después de la libertad de vagar por el bosque que era el amor, me tocó sufrir. Estuve unos días impotente, llorando desesperada por escapar de la estúpida trampa en la que caí. Echando de menos lo bien que me sentía al estar a tu lado. Echando de menos mi felicidad junto a ti, a los recuerdos, la sensación de mis sonrisas producidas por lo que fuera que tuviera que ver contigo. Pero poco a poco se me ha ido pasando, pero no se me ha pasado del todo. Aún te tengo a ti, a los recuerdos y a las ganas de volver contigo rondando por la parte de atrás de mi cabeza intentando invadir mi ser, pero aprendo a vivir con ello y a dejarlos ahí.
Te juro, no, qué puñetas, rectifico, ME juro solemnemente a MÍ MISMA, que me acabaré escapando de tu maldita trampa. Aunque te piense, quiera mirar atrás y volver, no lo haré. Me niego. Tú ya te rendiste, te acobardaste y decidiste darme la espalda, pero yo no pienso hacerme eso a mí misma. Me he cansado. Me he cansado de querer que todo funcione siempre. Estoy harta de tropezar en una piedra, avanzar un poco más, y luego tropezar en otra. Ya no tengo fuerzas para amar, para preocuparme, para que me importe. Voy a ser egoísta, que ya me toca. Es mi turno de pensar más en mí, porque de tanto pensar en los demás y de tanto dar, he ido dando partes de mí a quien no se lo merecía, a quien decidía no quedárselo, y gracias a eso poco a poco he llegado al punto en el que ya no sé quién soy. Cuanto más des, menos te queda para ti, y ya no queda mucho de mi.  Pero no he llegado a esta conclusión por ti. He llegado por tus hechos, por tu actitud inmadura en general y tu imprudencia para resolver las cosas. Por tu ineptitud, tu hipocresía. Por lo engreído e incrédulo que te mostrabas muchas veces. Por tu deshonestidad, tu frivolidad, tu mezquindad y tu negligencia. Por ser tan orgulloso, presumido y terco. Por tus falsas promesas, tus falsos intentos de ayuda y empatía. Porque parecía que te importaba pero simplemente lo que hacías era actuar como se suele hacer en situaciones así en pareja, y que realmente escondías egoísmo y provecho. Por tu cobardía al enfrentarte a lo que debías, y además de cobarde, débil, y no sólo respecto a eso, si no también al hecho de no poder ni verme.

Espero que al menos tengas la decencia de recapacitar tus hechos y sentirte culpable, que es lo mínimo que puedes hacer.

Si te digo la verdad, has mostrado tal bipolaridad, que no sé cómo no lo vi venir antes. Ahora seguro que saltas de alegría y gozo por ser libre otra vez, sin preocupaciones. Y mientras tanto, yo he sufrido y aún agonizo, aunque ya mucho menos. Y debes de alegrarte también por no tener que haber sido testigo del resultado de tus hechos. Aunque quizás te hayas sentido mal en algún momento o incluso ahora, pero no creo, no después de esas palabras referidas a otra chicas. Pero he de admitir que me hiciste creer que algo te dolía. Hiciste que creyera en ti. Hiciste que contara con posibilidades que no estaban expuestas como opción. Hiciste que creyera que de verdad me amabas, pero me demostraste lo contrario, porque no se abandona a quien se ama.

El dolor es inevitable y el cómo se arregle y se cure depende de las decisiones. Tú decidiste agravar mis heridas al optar por lo fácil, escapar. Decidiste no intentarlo más. Cambiaste de libro mientras que yo me dejé doblada la esquina de la página por la que lo dejamos, con la esperanza de que continuáramos el capítulo. Pero eso fue antes. He desdoblado dicha página marcada y se ha perdido entre otras muchas. Ya no existes en mi cuento.

Creo que lo que pasó fue que confundí con la ternura la lástima con la que a veces me mirabas. Puede que no me amaras, que realmente lo que pasaba era que no querías estar solo, que quizás yo simplemente te hacía sentir bien, que era una pequeña necesidad de sentir algo diferente. No lo sé. Lo que sí sé es que no pienso correr detrás de ti, y mucho menos huir. No soy tan cobarde como tú. Todos tenemos a alguien con el que queremos volver incluso después de que nos rompan el corazón muchas veces, y hay gente que lo hace, pero yo no pienso ser de esas. Me voy a quedar en el lugar en el que me dejaste, pero avanzaré poco a poco. Ya no confiaré demasiado, ya no seré tan cariñosa, no le soltaré un "te quiero" a la ligera a nadie, y sobre todo, siempre estaré convencida de que habrá mentiras anidando por ahí, porque las peores traiciones nunca vienen de los enemigos. Además, ahora sé que el amor no solo es ciego, sino que además es gilipollas.

¿Estoy enfadada? Pues la verdad es que no, porque para poder enfadarme, primero debería importarme. Y si te soy sincera, ya me importa una mierda. No te culpo a ti por ser igual que todos, me culpo a mi por creer que eras diferente. No le suelo desear ningún mal a nadie, y tampoco te lo quiero desear a ti, pero ojalá que algún día te enamores como nunca soñaste o creíste que fuera posible, y sufras, que sufras mucho, que te pongas bien celoso, que dudes de sus sentimientos hacia ti y te duela, que te haga sentir inseguro, que sepas cómo me he sentido yo.

En definitiva y en resumen, gracias a ti sigo y seguiré siendo la romántica de siempre, pero una de las que no cree y puede que nunca creerá en el amor.

martes, 30 de septiembre de 2014

"Ausencia eres y olvido serás."

Se acabó. Ya no habrá un 25 juntos. Ya no volveré a verte como antes. Ya no volveré a abrazarte. No volveré a sentir tu piel, no volveré a acariciarte el pelo. No escucharé más tu voz, ni tus "Te quiero", ni tus "cielo", "amor", "marmotita", "cariño", nada. No volveré a sentir el calor de tu piel, ni tu cálido respirar en mi cuello. Nunca más volveré a quedarme dormida a tu lado estando abrazados ni volverás a ser lo primero que vea por la mañana cuando hayamos dormido juntos. No volveré a sentir tus labios ni volveré a sentirte dentro de mí, siendo bruto unas veces y gentil otras. No podré hablarte cuando te necesite ni podré contarte lo que me haya pasado durante el día. No volverás a ser la razón de mis sonrisas. Nunca más se me erizará la piel por sentir tus dedos dando un paseo sobre mi piel. No podré desearte ni las buenas noches ni los buenos días. Nunca más podré llorar en tus brazos manchándote los hombros de lágrimas y relajándome con tu voz y el olor de tu perfume. No podré decirte lo mucho que te quiero y lo mucho que te echo de menos, las ganas que tengo de verte siempre o lo que quiero hacer contigo. No volveremos a ver Juego de Tronos ni Vikings juntos. No volverás a ponerme la nariz como a un cerdito ni volveré a verte imitar ese estúpido gesto que se me escapó un día por Skype. No volverás a hacerme sonreír entre lágrimas. Y sobre todo, no volverás a ser mis ganas de querer seguir adelante.

Ahora me toca echarte de menos. Verte en fotos y puede que de lejos en la calle algún día. Me toca intentar recordar lo segura que me sentía entre tus brazos. Recordar cómo me relajaba acariciarte y tocarte el pelo. Escucharé los audios que tengo de nuestras conversaciones para no olvidar tu voz e imaginaré que me vuelves a decir "Te quiero marmotita" una vez más. Soñaré contigo, con nuestros recuerdos juntos. Me quedaré dormida entre lágrimas incontables noches abrazada a mis cojines intentando encontrar tu olor en ellos incluso meses después de esta noche, porque joder, tu olor me hipnotizaba. Me despertaré en mitad de la noche buscándote a mi lado en la cama, y suspiraré y lloraré al darme cuenta de que solo estabas a mi lado en el sueño que tendría en ese momento. Cuando tenga frío desearé poder sentir tu calor. En los momentos de silencio recordaré tus suspiros y tu respirar. Echaré de menos tus labios rozando los míos, me llevaré los dedos a mis labios, cerraré los ojos y recordaré todos lo besos, robados y consentidos. Al tumbarme en mi cama recordaré esas mañanas, tardes y noches de amor y desenfreno. Y extrañaré las risas, mimos y abrazos de después, desnudos y con ganas de más. Echaré de menos ese placer que me daba el dolor que nadie me había hecho sentir antes, y echaré de menos cuando me torturabas al ir más despacio cuando quería que fueras rápido. Cuando me despierte cada mañana, sola, miraré a mi cojín y recordaré tu mirada dormida de por la mañana y tus "buenos días". Tendré la tentación de hablarte y contarte hasta la más pequeña estupidez que me haya pasado durante el día. Ahora, en vez de ser la razón de mis sonrisas serás la razón de mis llantos, de mi dolor. Cada vez que se me erice la piel será por frío. Cuando me despierte te desearé los "buenos días", y cuando me vaya a dormir, "las buenas noches", lo diré al aire, como si estuvieras a mi lado. Cada vez que llore echaré de menos la eficacia que tenían tus palabras para tranquilizarme por muy mal que estuviera. Cada vez que vea Juego de Tronos o Vikings solo podré pensar en tí, en vez de lo que pase en el episodio que esté viendo. Recordaré siempre lo mucho que me molestaba pero la gracia que me hacía a la vez cuando me ponías la nariz como un cerdito y cuando imitabas ese gesto que tanto odiaba haber hecho. Desearé no haber cometido todos los errores con los que logré perderte. Desearé haber podido besarte y abrazarte una vez más. Desearé haberme hecho más fotos contigo. Desearé poder volver atrás en el tiempo y evitar que todo lo malo suceda, evitar perderte. Pero nunca volveremos a estar juntos, no así, y puede que de ninguna otra manera.

No dependo de tí, pero no hace falta depender de alguien para amar tanto. No me hacía falta depender de ti para querer ser tuya y que tú fueras mío. No me hacía falta depender de tí para querer ser feliz contigo y con nadie más. Y yo lo siento, pero no voy a engañar a nadie. Nunca, jamás, nunca jamás en mi vida dejaré de desear volver a tenerlo todo contigo. Nunca dejaré de quererte y de querer estar contigo. Nunca volveré a enamorarme así. Si llego a conocer a alguien, cuando me diga que me quiere, cuando me ponga motes cariñosos, me sonará vacío. Cuando me abrace, yo me sentiré vacía. Porque yo lo siento, pero ni hay ni habrá nadie que pueda sustituirte. Porque tú eres tú, y eres el único al que quiero en mi vida

Yo aún tenía esperanzas, pero las tiraste a la basura y ahora decides mirar a otro lado. Lo gracioso es que es la segunda vez que me haces ésto, y lo más hilarante es que ninguna de las dos veces hayas sido capaz de hacerlo en persona...
Espero que pase lo que pase, seas feliz, porque uno de mis fallos es desearle lo mejor incluso a la gente que me hace daño. Y aunque seas el primero de la lista, mi asesino, te deseo lo mejor.

Con todo mi dolor y entre lágrimas te digo, que soy tan tonta, que si decidieras por alguna razón volver, cosa que no creo que pase, volvería, y corriendo si hiciera falta...

martes, 23 de septiembre de 2014

No sé cuánto podré aguantar.

No puedo más. Llevo años pensando en cómo acabar con mi vida y en las razones para hacerlo. Y tengo varias respuestas para las dos cosas.
Podría suicidarme con una sobredosis de pastillas para dormir, con la cual dormiría eternamente. Podría cortarme las venas. Beber lejía o algo por el estilo. Inyectarme aire en las venas. Electrocutarme. Ahorcarme. Tirarme de un lugar alto. Hay tantas posibilidades...

Dicen que la gente se suicida por cobardía. Que como no saben cómo solucionar sus problemas, huyen. Pero no es así, la gente se suicida por varias razones. Puede ser por depresión, por estar locos y escuchar voces que dicen que deben hacerlo, por impulso, por sentir que necesitan ayuda y pedir y pedir hasta que se rinden porque no la consiguen, por el simple deseo de morir, porque parece la única solución, o por haber cometido un error.

Por ahora el mayor factor que me induce al suicidio es la depresión. Vamos a ser claros, la depresión es una enfermedad. Una enfermedad dolorosa. Pero no es como cualquier otra enfermedad o cualquier dolor, es diferente. Al ser una enfermedad que reside en la cabeza, hace que vea el mundo como dolor. Siento dolor dentro, pero también por fuera. El mundo entero parece perturbado y afligido, que no hay hacia dónde escapar. Sólo sé centrarme en los fracasos y las decepciones, sólo veo el lado negativo de las cosas, siento que nunca voy a ser feliz y que mis problemas seguirán sin solución. Dentro de mi cuerpo siento algo que va a acabar estallando y acabando conmigo. Por eso el suicidio parece una idea tan seductora, porque es una opción de escape.

No me siento capaz de superar lo que sea que me pase. Quiero acabar con todos mis pensamientos y sentimientos que me atormentan. Quiero dejar de sentirme rechazada, avergonzada, culpable por todo, de sentir que no soy nada, de sentirme como si fuera un fantasma. Quiero dejar de ser invisible.
En clase apenas me hablan, suelen hablarme para preguntar cuál es la clase siguiente y dónde. Me suelo sentar sola en clase, y si no hay más sitio, entonces se sientan conmigo o me siento con otra persona, pero porque no hay otra opción.
En mi "grupo de amigos", no existo prácticamente. Parece que no estoy presente. Me ignoran, no me hablan, no me oyen, no me miran, nada. Y si estamos todos en grupo con la madre de Daveth, ella o él son los únicos que después de mucho tiempo me dicen que no me margine. No me margino adrede. Es que ya es automático. Cada oveja va con su pareja y yo me quedo sola. Siempre me pasa eso. Parece que estoy maldita o algo.
Quiero dejar de sentir asco hacia mí misma. Quiero decir que estoy bien y ser sincera cuando lo digo. Quiero sentir que soy alguien. Quiero salir a la calle sin preocuparme de las miradas juzgantes.

He intentado autolesionarme con lo típicos cortes en la muñeca, y lo hice varias veces, pero no lo suficientemente profundo como para dejar cicatriz, más bien eran arañazos graves con algo de sangre. Porque es que la verdad que cada vez que lo hacía, algo en mí me frenaba, y era el pensar en qué pasaría si alguien se enterara. Y además, no era algo que podría hacer en cualquier sitio a cualquier hora que me sintiera mal. Desde la última vez he estado buscando una forma de producirme dolor que no dejara marca a largo plazo para que nadie lo vea, algo que pudiera hacer cuando y donde quisiera. He acabado con una gomilla de éstas elásticas de oficina con las que sellan por ejemplo una cartulina enrollada cuando la compras en una papelería. De esas que algunos usan de tirachinas en clase. Esas gomillas las uso de pulseras.
Pues cuando me siento mal, cuando siento que quiero llorar, cuando me duele el pecho cuando me agobio, por ejemplo en clase, meto las manos debajo de la mesa, estiro la gomilla hasta casi su máxima capacidad, la suelto, y después observo como una raya roja empieza a dibujarse en mi piel. Puede no ser para tanto y parecer una estupidez, pero para una persona con la piel sensible como yo, eso es una tortura. Y no sé, hay algo en ver las marcas aparecer que me alivia. Hacen que olvide el dolor general que suelo sentir y me centro sólo en el de la muñeca. Por ahora eso me sirve, pero no sé cuánto podré aguantar.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Puede que ésto no cambie nada... Pero lo siento. Perdóname.

Me duele.Me duele todo.
Me arden los ojos y mis lagrimales están hinchados de llorar. Cuando parpadeo siento como si unas agujas me pincharan. Me duele el pecho. El corazón me late tan fuerte y tan rápido que parece que intenta atravesarme las costillas. Mis labios están agrietados y llenos de heridas de tanto morderlos. Me cuesta respirar. Cada vez que inspiro siento que se me van rompiendo las costillas poco a poco y que mis pulmones se rajan con cada fragmento. Hace calor, pero tengo frío. Ahora mismo me está costando escribir porque me duelen las manos y apenas tengo fuerzas para pulsar las teclas. Tengo ojeras, las cuales están irritadas de tanto limpiarme las lágrimas. Me siento tan débil que al andar a veces me mareo y tengo que sujetarme a algo para no caer. A veces al andar siento que las extremidades de mis piernas se van a separar. ¿Tengo columna vertebral? Porque ya me duele tanto que a veces ni la siento. 

Hace unos días nada de eso me dolía, no sentía nada de eso. Aunque tuviera la misma depresión, al menos no sentía tanto dolor. Pero eso es lo que pasa cuando se siente que se va a perder a alguien por culpa propia, o también cuando ya se ha perdido, duele. El dolor mental se hace físico. Se siente que se tiene el corazón roto y el cerebro decide que ya que se siente eso, que se sienta de verdad. Que duela.

Puede que lo que yo sienta y escriba no cambie nada. Pero lo siento. Siento ser tan estúpida. Siento mucho no pensar las cosas antes de decirlas. O de pensarlas demasiado y exagerar. Siento mucho no poder controlarme y hablar cuando debería callarme, ya que hablo justo cuando puedo soltar cualquier gilipollez. Siento mucho haber dejado que mi depresión te afectara. Lo siento por no ver las cosas con la claridad que debería. Lo siento por tener miedo a perderte. Siento mucho que justo por miedo a perderte, lo más seguro es que pase eso, que te pierda. Puede que ya sea demasiado tarde y hayas decidido que es mejor que no tengamos nada. Pero sólo quiero que sepas que te quiero, que siempre lo haré, y que lo siento.

La otra noche no dormí. Nada. Pasaba demasiado en mi cabeza como para dormir. No podía. Me pasé la noche escuchando canciones deprimentes de las mías. Pensando en todos mis fallos contigo y en cómo las podría haber evitado o en cómo remediarlos. Pienso que puede que gracias a mis estupideces, a lo poco atractivo que es estar siempre triste, a mis arrebatos, ya no me quieres, o que me quieres menos.
Anoche sí dormí, y tuve una pesadilla de la que sí me acordé. Por fin me acordé. En cuanto me he despertado me he puesto a escribir ésto.
Soñé que estábamos juntos en mi cama, abrazados como siempre solíamos estar. Que nos mirábamos el uno al otro. Que nos acariciábamos y nos besábamos. Pero de repente te empezabas a desvanecer. Empezabas a volverte transparente. Poco a poco dejaba de sentirte. Me estaba asustando. Ya no sentía el calor de tu piel. No sentía tu respirar. No podía mirarte a los ojos ni escuchaba tu voz. No podía pasar mi mano por tu pelo. No podía apoyar mi cabeza en ti ni esconder mi cara en tu cuello. Pero podía olerte. Me empezaba a volver loca por esa fragancia. De pronto mi cuarto se volvió oscuro y empecé a notar una brisa helada. En la oscuridad alguien me hablaba. Eras tú, pero no podía entenderte. Notaba que enloquecía. Que me desesperaba. Todo me empezó a dar vueltas. Me arrodillé en el suelo, cubriéndome la cabeza, llorando y suplicando a gritos que parase todo. Pero no paraba. Seguía y seguía dando vueltas como una peonza. Y todo paró. Aparecí en un camino, y al final del camino podía verte y me decías que fuera contigo, que me estabas esperando. Pero por mucho que andara, por mucho que corriera, nunca te alcanzaba. De la desesperación grité y me arañé la cara, me arañé tan fuerte que me hice sangre y se me arrancaron las uñas. Inesperadamente, te noté otra vez. Me estabas abrazando y me susurrabas que no pasaba nada, que estabas conmigo. Abrí los ojos porque no me creía que estuvieras ahí, pero ahí estabas, tan encantador y protector como siempre. Y me di cuenta que estábamos en mi cuarto otra vez. "¿Qué ha pasado?", te pregunté. Y me respondiste con un "Has tenido una pesadilla, no pasa nada. Estoy aquí para protegerte", y me besaste la frente. Al besarme la frente se me escapó una lágrima de alivio. Pero luego cuando me desperté de verdad, no estabas ahí. No estabas para abrazarme, no estabas para susurrarme que estabas para protegerme. No estabas para besarme la frente. Simplemente no estabas.


Ya por fin, después de tanto dolor, después de tantos fallos, me he dado cuenta de mis problemas, y si me dieras otra oportunidad, haría lo que fuera por compensarlo todo, haría lo que fuera por demostrarte que soy mejor que eso, te demostraría de verdad lo mucho que te quiero, sin dolor o celos como un extra. Porque te quiero, y si esa pesadilla se hiciera realidad, mi locura también.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Otra vez no...

"Cuando duele es cuando te das cuenta de que es el elegido. Tu único y verdadero amor."

Lo he vuelto a hacer. La he vuelto a cagar. He vuelto ha alejar a Daveth de mí. No he podido más y he dicho cosas que no debería haber dicho, al menos no así.
Pero es que no puedo más. Mi depresión me puede. Lucho una guerra todos los días en su contra y pierdo todas las batallas. Todos esos muros y toda esa fuerza que me quedaba se han derrumbado. Ya no me queda nada que me proteja de mi propia miseria. Los celos, la inseguridad, el miedo, la tristeza continua, la culpa. La ira, el rencor, el pánico, la desolación, la humillación, el asco y la repugnancia a una misma. El desasosiego, el nerviosismo, la confusión, el cansancio, la desesperación, el sentimiento de desamparo. La cobardía, la desgana, la amargura, la ansiedad, el sentirme inferior, el agobio, la desilusión, el agotamiento, el pesimismo, el sentirme vacía... Todo eso y más me conquista segundo por segundo y me consume por cada aliento que respiro. Es tanto a la vez que es indescriptible el dolor que se siente. Es peor que cualquier dolor físico. A veces siento que no puedo respirar. Que hay algo que me reprime mi tórax intentando no dejarme coger aire. Ni con respirar hondo logro coger aire suficiente. Me duelen los ojos de llorar. Me duelen los músculos de temblar. Mi cuello y mis hombros están más tensos que una cuerda en un juego de tira y afloja. Me duele la garganta de aguantar mis sollozos y de intentar tragar el nudo que noto hibernando en ella. Me mantengo despierta el mayor tiempo posible porque me da miedo quedarme dormida, porque cuando duermo me despierto llorando, sudada y a veces gritando por haber tenido pesadillas de las cuales nunca me acuerdo.

Hoy le dije a Daveth que tengo miedo. Pero se lo dije de la peor forma posible. Lo que le dije era verdad, o al menos sí que era mi opinión y mi mala forma de ver las cosas, lo que yo pienso. Y es que tengo miedo de decir o hacer algo que le aleje de mí. Tengo miedo de no ser lo que él quiere, de no estar a la altura. De no ser suficiente. Le dije que me sentía inferior a su mejor amiga. Lo cual es verdad, me siento inferior. Porque después de haber sido amiga de Daveth y de escuchar miles de veces el tipo de chica que le gusta, ella es perfecta. Sí, me dan arrebatos de celos. ¿Pero cómo no me van a dar si tiene como mejor amiga al prototipo perfecto de chica que él busca? No puedo evitarlo. Cada día pienso más y más aunque no quiera. No soy yo la que lo piensa voluntariamente, es mi inseguridad la que me obliga a hacerlo, la que me susurra al oído que soy una mierda y ella la princesa de todos los cuentos. Todo el mundo va detrás de ella. Ella es perfecta tanto física como mentalmente. Tiene los pechos y el culo en su sitio. Tiene unas curvas que ni un circuito de Fórmula 1 podría soñar con tener. Tiene un pelo liso precioso y una sonrisa de ensueño. Su risa es contagiosa. Sus uñas son largas y preciosamente femeninas. No tiene depresión, siempre está feliz. Puede que tenga sus bajones, pero es fuerte y al menos yo por ahora no la he visto llorar nunca. Y yo soy todo lo contrario. ¿Yo cómo compito con eso? Mis pechos se odian entre ellos y viven alejados el uno del otro. Mi culo es blando y fofo. Mis únicas curvas son desagradables de ver. Mi pelo está encrespado y carece de vida. Mi sonrisa está torcida y mis dientes no están en su sitio. Mis uñas no podrían ser más cortas, ya que me las muerdo hasta donde puedo. Tengo depresión. Soy una completa e inútil mierda. Claro que voy a tener celos, cualquiera los tendría si se compararan con ella. 

Cuando estoy con Daveth, cuando está conmigo, en persona, me siento bien. Cuando me abraza y me acaricia el pelo o la espalda para que me tranquilice, cuando me mira y me dice que no quiere verme llorar, cuando me limpia las lágrimas de mis mejillas, cuando me dice que me quiere, cuando me besa la nariz o la frente, cuando me aparta el pelo de la cara, cuando ve que mis ojos se empiezan a ahogar en lágrimas y me dice "Eh" y corre a abrazarme otra vez... Es todo lo que deseaba y más. Pero yo como una estúpida niñata, no lo aprecio ni lo agradezco lo suficiente. Le devuelvo todo eso con celos y reproches. Con regañinas que no se merece. Pero como siempre, me doy cuenta de todos mis fallos demasiado tarde. Soy una granada, una bomba con patas que en cualquier momento puede explotar y hacerle daño a quien no quiere. Pero el daño ya está echo. Aunque de verdad yo me recupere, deje de tener celos y toda la mierda que me pasa, el daño ya está echo. Se ha cansado de mí. Se ha cansado de mis celos, de el poco sentido que tienen mis ataques de furia, se ha cansado de aguantarme. Y me odio por ello. He alejado a la persona que más cerca quería tener. He explotado en las narices de alguien inocente, del más inocente, del que más quiero. He hecho lo que más miedo me daba hacer, perder el control sobre mí misma, con él. Le he dicho cosas que no quería decirle. Y ese es uno de mis grandes problemas, digo cosas que ni quiero ni debo decir cuando estoy deprimida o cabreada. Le echo en cara todo a todo el mundo. A veces siento que dentro de mí hay otro yo. Un yo malvado y perverso que se come mi ser principal y me controla, el yo que hace que pierda los nervios. 

Últimamente he estado peor de lo normal porque llevo esperando desde Abril o Mayo a que me pidiera ser su novia. Y ya estaba perdiendo la esperanza de que lo hiciera. Y lo iba a hacer, pero tenía y tiene sus dudas, porque si estamos así ahora que no somos pareja de verdad, ¿cómo estaremos cuando lo seamos? Pero eso es algo que él no entiende. No entiende que una gran parte de mi  mal estar es la desesperación de la espera. Yo sé, y de verdad que lo sé, que si fuéramos pareja, yo estaría muchísimo mejor de lo que estoy ahora. Porque la espera, es lo que me vuelve loca, lo que hace que pierda los estribos, y parece que no lo entiende. Aunque entiendo que me ponga a prueba... No querrá estar con una estúpida deprimida a su lado. Y es que no quiero hacer que se sienta obligado a pedirme salir. Si no quiere hacerlo que no lo haga, aunque por una parte me muero por ser su novia, pero por otra parte no quiero por si se siente obligado.
Y ese es mi mayor problema, tengo problemas de que pienso una cosa y luego pienso en el "pero" y en el "¿y si...?". Y pienso: "Le quiero. Le amo. Le adoro. Quiero ser suya. Quiero ser su novia de una maldita vez, pero no quiero agobiarlo... ¿Y si resulta que nunca seré su novia?". Eso. Esas cosas y esas preguntas me vuelven loca de remate. ¿No podría haberme dado una oportunidad y haberme pedido salir? No quiero echarle la culpa, pero yo no estaría tan mal si fuéramos pareja. Y es que yo intento, de verdad que intento superar mi depresión, intento ser feliz, intento ser normal. Intento no hacerme daño a mí, y sobre todo a él... Pero me cuesta, y sólo necesito un poco de paciencia, un poco más de la que ya tiene, ya está.

Sinceramente, no sé qué decir ya, porque siento que diga lo que diga, sólo voy a conseguir alejarlo de mí. Porque eso es lo que hago, alejo todo lo que hay a mi alrededor en contra de mi propia voluntad hasta quedarme sola. No sé lo que decir, porque diga lo que diga se puede entender mal, y diga lo que diga no podré expresarme del todo como quiero.

Pero por ahora, yo lo único que espero es que no me deje. Porque no sé qué será de mí sin él.

¿Depresión? Definitivamente.

Ya está más que confirmado. Tengo depresión. He hecho no sé cuántos tests de diferentes páginas de psicología para saber si era un bajoncillo muy extenso estos últimos años, o como yo ya pensaba, depresión. La verdad es que los tests eran para confirmar algo que ya sabía. Uno de ellos fue el más impactante. Te hacen 39 preguntas, y dependiendo del resultado te dicen si tienes depresión o no. La puntuación está dividido en tres grupos y cada grupo define tu estado:

-0 a 9 puntos:
"No padece síndrome depresivo, su estado de ánimo así como su autoestima personal se encuentran dentro de la normalidad."
-10 a 19 puntos:
"Síndrome depresivo leve. Su visión del mundo y de su futuro es algo negativa, así como su estado de ánimo, posiblemente causado por una autoestima baja, sería aconsejable consultar con un especialista."
-Más de 20 puntos:
"Padece un síndrome depresivo entre moderado y grave, debería consultar con un especialista lo antes posible."

Adivinad en qué grupo estoy. Hago ese test casi cada día, una y otra vez pensando que quizás sea un error y yo esté emparanoyada. Pero no, esta mierda es de verdad. En los días "normales" tengo una puntuación de 35 o 36 de 39, y en los días malos, 37 o 38.
Al principio yo pensaba que lo que me pasa es que estaba cambiando, pero poco a poco me fui dando cuenta de que algo iba mal, y hace mucho de eso ya.
No tengo la misma energía que cuando estaba en el colegio por ejemplo, ni ganas de nada. A mí me encantaba comer y siempre me hacía feliz el decirle a mi abuela lo que me apetecía cada día, y saltaba de alegría cuando hacía mis platos favoritos, ahora en cambio, me da exactamente igual. Paso. Que haga lo que quiera de comer pero que no me pregunte porque mi respuesta será siempre la misma: "Me da igual, no me apetece nada". 

A mí antes me hacía ilusión hacer ciertas cosas. Me hacía ilusión salir a la calle, conocer gente nueva, hacer vida, pero ahora prefiero quedarme en mi casa. No me apetece salir, no por vagancia, si no porque paso, no quiero y punto. Y eso es algo que mucha gente no entiende. Saldré cuando quiera y ya está. Si salgo ya suele ser para irme de fiesta porque con el alcohol y la música se me olvidan las penas, por esos momentos al menos, por esas noches. No bebo hasta vomitar porque ya que como a mala gana, no quiero desperdiciar la comida. Con olvidar que hay algo fuera del bar o la discoteca me es más que suficiente, al menos por ahora. De vez en cuando solía fumarme un cigarrillo, y al principio me calmaba, pero al final tan solo me dejaba un mal sabor en la boca. Si ahora fumara, fumaría marihuana, esa mierda si que relaja. 

Me siento enferma. Bueno, la depresión es una enfermedad al fin y al cabo, ¿no? Pero no sé, día a día me siento como si estuviera constipada, me duele todo el cuerpo, no tengo fuerzas para mantener mi espalda recta. Me siento como una vieja enferma atrapada en el cuerpo de una adolescente.
Siempre estoy irritada y todo me molesta. Los ruidos más mínimos me irritan y el oír a mis vecinos hablando toda la tarde hace que me den ganas de callarlos con mis puños.
No puedo concentrarme, no tengo interés en nada, no duermo o duermo muy poco, estoy inquieta y nerviosa, me siento débil, no estoy satisfecha con mi vida, me siento miserable y tengo ganas de llorar siempre, estoy sensible y lloro por todo prácticamente, me siento inútil, me avergüenzo de mi misma, siento que soy inferior a todo el mundo, casi siempre parece que tengo un nudo en la garganta, la mayor parte del tiempo tengo miedo y no sé por qué.
Estoy cansada, siento que mi voz me delata de lo apagada y falta de vida que suena la mayoría del tiempo, normalmente siento que nadie me comprende, me siento triste a todas horas, mi corazón a veces late más deprisa de lo habitual, siento que estoy podrida. Todo eso y alguna cosa menos y alguna cosa más, forma parte de mi puntuación en el test.

Y lo peor de todo es que poco a mi poco mi depresión se va a salir de los límites de cualquier test y cualquier estudio que tenga que ver con ello. Llevo años sufriendo mi miseria sola y en silencio, sin decirle una palabra a nadie más que a mi misma. Ni a mi madre, ni a nadie más. Pero ya no puedo más. Mi cuerpo ya no tiene fuerzas para dejar los problemas encerrados dentro de mí. Irradio tristeza. Se pudre todo lo que toco y todo lo que se me acerca. 
Todo en mi vida siempre han sido problemas. Mi primer recuerdo de pequeña y la mayoría de ellos, apenas tengo recuerdos buenos. 
Mi primer recuerdo, la imagen de mi propia madre en una silla de ruedas con el ojo morado, sangrando e hinchado; con un collarín, llorando y mirándome con lástima diciéndome que todo iría bien. Ese, es mi primer recuerdo. El primer recuerdo suele ser el de estar jugando a la pelota, o el de estar en un columpio, pero no, el mío es el de mi madre sufriendo por protegerme a mí una paliza de mi padre. 
Mi segundo recuerdo es algo más feliz. Mi abuelo, sonriendo, riendo conmigo. Y después, un infarto. Una reanimación. Y otro infarto, ya el definitivo. Y finalmente el funeral. Que por cierto fue la primera y única vez que vi llorar a mi tío.
Más tarde, nos mudamos, y después de estar a saber cuánto tiempo sin saber nada de mi padre, se presenta en mi cuarto o quinto cumpleaños con su nueva mujer. 
Otros recuerdos ya así más salteados y menos concretos son el de ver a mi madre borracha y yo cuidándola con mi abuela siempre. O que viniera acompañada a casa por la policía. O echa mierda después de una paliza de uno de sus novios delincuentes y borrachos que ha tenido a lo largo de los años. 
Recuerdo todas las veces que he llorado en mi vida. Las cuales realmente son pocas, porque yo antes no era de llorar aunque parezca mentira. Yo me escondía todo lo malo y sonreía, así, como si nada. 
Pero ya no puedo hacer eso. Ya no. Ya lloro hasta por la más mínima estupidez. Salto por cualquier comentario. Me aguanto las lágrimas la mayoría del tiempo. Ya no tengo ninguna, pero ninguna seguridad en mí misma. Ninguna confianza. Nada que me haga tener ganas de seguir adelante como antes. ¿Qué me queda? 

domingo, 31 de agosto de 2014

¿Depresión? Puede.

No sé qué tiene más altibajos, si una montaña rusa o yo. Estoy harta. Hay días en los que soy muy feliz y lo veo todo de color de rosa chillón, y luego hay días en los que todo es de un azul grisáceo, triste y pálido.
Si lo veo todo de rosa, me despierto con una sonrisa y salgo de la cama de un salto. Me miro al espejo, me veo guapa y a veces hasta delgada y le digo a mi reflejo: "Te ves bien", me sonrío a mí misma y salgo a la calle como si fuera a comerme el mundo. Todo en los días rosas es feliz. Veo sonrisas en todo el mundo, parejas felices, niños corriendo y riendo, perros andando orgullosos por la calle con sus dueños, madres jugando con sus bebés, gente deseando que tengas un buen día, y lo más importante, no me da miedo ir por la calle. No me preocupa que haya alguien que me mire mal ni su opinión.
Si me toca un día malo. Un día azul grisáceo, triste y pálido, todo va mal hasta antes de despertarme. Tardo horas en quedarme dormida, y si consigo dormir, tengo pesadillas que nunca consigo recordar, de los cuales me despierto llorando, sudada y aterrorizada. Me despierto de golpe con miedo a volverme a dormir. Cuando tengo que ver mi reflejo por primera vez en el día, me veo con asco. Me repugna lo que veo. Veo a una chica gorda y fofa que nunca conseguirá adelgazar por mucho que lo intente. Una chica cuyas curvas son sinónimo de sobrepeso. Una chica incapaz de dibujar una sonrisa sincera en su cara. Una chica de ojos tristes y cansados por la maldita noche que ha podido pasar. Veo a alguien que siento que no soy yo. Es una extraña la que me devuelve la mirada. En éstos días me cuesta comer porque siento que hasta el aire va a hacerme más gorda, o directamente paso y como hasta hartarme porque sé que da igual lo que coma, no adelgazaré. En los días malos me da miedo salir a la calle, tener que soportar el pensamiento en mi cabeza torturándome y haciéndome sentir que todo el puñetero mundo me mira, y me mira mal, que me critica todo el que me ve. Me dan ganas de volver a mi casa y esconderme hasta estar sola en el planeta. En los días pálidos todo me va mal. Soy patosa, estoy empanada, no me entero de nada, me cuesta concentrarme, mi cuerpo muerto de dolor apenas tiene fuerzas para sostenerse en pie y mis ojos no enfocan. Mis manos están débiles y mis pies se arrastran en lugar de elevarse sobre el suelo al andar. Por mi cabeza deambulan pensamientos y recuerdos tétricos y oscuros, y a veces hasta tengo pesadillas despierta. Pienso en coger algo que corte y usar mis muñecas como paletas, mi sangre como pintura y mis dedos como pinceles. Pienso en dejar de comer y morirme de hambre. Pienso en ahogarme en la bañera. Pienso en beber alcohol hasta que mi cuerpo no pueda más y necesite ser atendido en el hospital. Pienso en qué pasaría si me muriera, así, de repente. Pienso en si sería más feliz de no haber estado con mi ex, con el cual todos mis pensamientos amargos se agravaron, el cual me controló y me usó como si de una marioneta se tratara. El cual me comió la cabeza y me hizo estar en contra de todo el mundo. El cual me hacía sentirme inferior, como que yo no valía una mierda y que hasta una mosca era más importante que yo. Pienso en qué habría pasado si mi abuelo siguiera vivo y en cómo sería mi vida con mi padre. Pienso en mi pasado, mi presente y mi futuro.
Mi presente es Daveth, y gracias a él los días malos no me han jodido tan a menudo como antes como cuando estaba con el otro. Me ayuda y hace que me sienta mejor. Pero no sé por qué aún después de su amor y atención sigo teniendo días amargamente grises. Y aunque ya no sean tan graves, siguen ahí.
No sé qué me pasa. Soy feliz con Daveth, con mis amigos, con mi familia, pero me falta algo. Hay algo que me entristece siempre. Puede que sea que no tengo autoestima, o que esté traumatizada o algo por mi pasado, o que esté enferma. No lo sé. Pero estoy harta de que la mayoría de mis días sean malos. Quiero ser feliz del todo de una maldita vez. Quiero dormir tranquila sin despertarme entre lágrimas. Quiero verme en el espejo y ser feliz con lo que veo. Quiero salir a la calle confiada y orgullosa y con  la cabeza bien alta. Quiero sonreír y que la sonrisa sea sincera, que no sea una máscara ocultando cómo me siento realmente. Quiero volver al pasado y decirle que no al cabrón que me triplicó la depresión y la falta de confianza en mí misma cuando me pidió ser su pareja. Quiero dejar de ver sombras amenazando con no dejarme dormir en paz por la noche. Quiero poder superarlo todo, sola o con ayuda, pero superarlo de una vez. Pero no puedo hacer nada de eso, hay algo que me lo impide. Algo que se ríe de mí cada vez que lo intento. Algo que me traiciona y me hace la zancadilla para que me caiga. Y es que ya estoy empezando a considerar una visita al psicológico.

No sé cómo terminar éste texto. Y para ser sincera no sé ni el sentido que tiene que lo haya escrito.

sábado, 16 de agosto de 2014

"Ya lo he estado y por algo estoy esperando."

La última frase de mi última entrada fue: "Al que de verdad le importe y no me quiera dejar sola, que me busque".

Él no dejó ni que me fuera. Después de leer la entrada me dijo:

-Cielo, no te deprimas. Aparte, ¿realmente crees que me quedaría con los brazos cruzados? Lo del blog, lo de dejarme que haga mi vida con otra persona, ¿realmente crees que voy a hacer eso? Sabes como soy. ¿Crees que te voy a dejar sola queriendo estar yo ahí? Yo no me voy a ningún lado. Aún te queda por aguantarme.

Nunca jamás en mi vida hubiera llegado a pensar que me diría eso. Cuando dije que me quería apartar y que él fuera feliz con otra persona, lo decía en serio, pero a la vez tenía dentro un deseo de que no me dejara hacerlo. Y el hecho de que no me haya dejado, es una de las cosas que más felices me han hecho en mi vida.
Luego nuestra conversación siguió así:

-Pero yo que sé... Siento que estarías mejor sin mí, no tendrías tantas complicaciones... Aunque me jode decir eso, es verdad.
-La vida sin complicaciones es aburrida. Quien algo quiere, algo le cuesta.
-Va a llegar el día en el que te aburras de mí, te vas a cansar...
-Pues ya sabes, procura que no pase. Tú sabes que yo no paro de hacer cosas nuevas.
-Cielo, tú ya sabes cómo soy... Soy negativa, veo lo malo de todo, siempre estoy deprimida, soy aburrida, soy sosa... Llevo semanas durmiendo mal y teniendo pesadillas, y esas pesadillas no paran. No sé qué me pasa que me duele el pecho todo el rato. El corazón me va o demasiado rápido o demasiado lento. Soy paranoica, exagerada, lloro por todo y no me siento bien conmigo misma... ¿Quieres estar con todo eso?
-Ya lo he estado y por algo estoy esperando.

¿Qué digo de eso? No hay palabras que describan la felicidad que sentía al leer eso. Y esa felicidad aumentaba y aumentaba con cada cosa que me decía. No sé cómo he podido ser tan idiota. Tan idiota de pensar que él no me quería como yo lo quiero. Tan idiota de querer dejar ir a una joya como él por miedo a no ser suficiente. Y es que realmente, cuando escribí la entrada diciendo que yo debería estar sola y él con alguien mejor, no podía parar de llorar. Era pensar en el estar sin sus caricias, sus besos, sus mimos, sus motes, sus miradas, sus abrazos, sus respiros en mi oreja que me vuelven loca, sus susurros, sin estar abrazados en el sofá viendo la tele y oyendo sus latidos del corazón, sin el calor de su piel, su risa, su positividad de la vida, sin dormir con él, sin dormir abrazados, sin su protección, sin el usar su regazo como una almohada cuando juega a la play, el pensar en estar sin él, me mataba. Cuánto más pensaba en eso más lloraba y más aterrorizada estaba. Y que él no me quiera dejar ir aunque yo sea un manojo de problemas, me hace quererlo aún más. Todo lo que dice, todo lo que hace, me enamora cada vez más.

Dentro de una semana habrán pasado tres meses desde que me lo llevé al cine, le pedí salir y me dijo que no. Y aunque me encantaría y daría lo que fuera por tener una fecha con él, el ser novios oficialmente y poder decirle a su madre "suegra", ya no me importa tanto. A ver, mataría por tener todo eso, pero si él no quiere, lo respeto, porque con tal de que ésto siga así, con tal de que no demos pasos hacia atrás, de que ésto no se esfume, todo me da igual. Con tal de estar con él, de sentir que no soy nadie hasta que él me mire, de sentir que no estoy viva hasta que él me bese, con tal de sentir que soy suya y lo sea siempre, todo me da igual.

"De nadie seré, solo de ti.
Hasta que mis huesos se
vuelvan cenizas, y mi
corazón deje de latir."
-Pablo Neruda.

domingo, 10 de agosto de 2014

El que no me quiera dejar sola, que me busque.

¿Por qué soy tan estúpida? ¿Por qué siempre intento complacer a todo el mundo? ¿Por qué tiene que ser todo tan difícil? ¿Por qué, por qué y por qué?

Ese grupo de amigos con el que yo estaba tan feliz, se ha hecho pedazos... Hace unos días discutí con una, esa una no soporta a otro, nadie en el grupo lo soporta, y ahora él no soporta a nadie, a mí incluida. Y Daveth no puede ni verlo... Es que estoy harta... siempre hago algo para cagarla.

Primero la cago diciendo cosas que no debí a la chica con la que discutí. Luego, ya harta de todo y de que al pobre chico no lo soportara nadie y él creyera de que todos eran sus amigos, le conté que ni Daveth lo soportaba, con capturas de pantalla de la conversación y todo. Pero es que no podía más. Yo había pasado por lo mismo. Yo antes tenía mi grupo de amigos en clase y resulta que sólo uno era mi amigo de verdad. El resto me quería echar el grupo directamente. Y ahora a éste chico le estaba pasando lo mismo. Tenía que decírselo... Pero claro, al decírselo perdí la confianza de Daveth... y de todo el grupo seguramente.

Y hoy, Daveth organizó una fiesta. Y éste chico y yo estábamos hablando y me dijo que iba a una fiesta. Y yo le dije: "¿No será en tal sitio verdad?". Y el respondió que sí, que cómo lo sabía. Le dije que porque lo organizaba Daveth, y empezó a decir: "Joder, no lo sabía". Le pregunté si se hablaban y me dijo que no. Y como yo sé que Daveth es muy compulsivo y muy espontáneo, le dije que él iba. Y a partir de ahí se fue todo a la mierda. Otra vez. Daveth se cabreó porque no quiere ni ver al chico. Así que le pedí a los dos que por favor se comportaran y se ignoraran. El chico me dijo que vale, pero Daveth ni me contestó. Y al no contestarme le dije al chico que le agradecía que me dijera que lo haría, pero que no sabía si serviría de mucho porque Daveth ni me contestó. ¿Qué pasó? Que el chico se enfadó conmigo por contárselo a Daveth. Pero es que no quería arriesgarme a que se pegaran de hostias o algo así... Pero parece que no puedo evitarlo, porque si el chico va y Daveth lo ve, después de haberles avisado a los dos que se van a ver y con alcohol en el cuerpo, puede pasar cualquier cosa...

¿Por qué siempre que intento hacer algo bien me sale el tiro por la culata? ¿Qué he hecho yo para que Dios, Buddha, el Karma, lo que coño sea que haya, me castigue? ¿No debería haber nacido? ¿Debería hacer caso a mi madre? ¿Debería dejar de ser tan "quiero que todos sean felices"? ¿Qué tengo que dejar de hacer? ¿Qué hago mal? Es que no lo entiendo. Siempre que consigo ser feliz, algo va mal.

De pequeña yo era parte de una familia feliz. Pero mi padre decidió abusar de mi madre y casi matarme. Que si no llega a ser por mi madre, yo ahora estaría muerta... A lo mejor es eso. A lo mejor debí morir cuando mi padre me iba a pegar una paliza siendo un bebé. A lo mejor estoy pagando por eso... No lo sé.
Luego cuando por fin todo fue mejor y volvimos a ser una familia normal, mi abuelo se muere. Mi mejor amigo de mi infancia, el que me mimaba, me cantaba, me daba mis galletas favoritas, el que me contaba cuentos, el que hacía el tonto conmigo, el que me seguía el royo cuando yo creía que mis muñecas eran personas y hablaba con ellas como si de verdad estuvieran vivas, la mejor persona de este mundo, se fue. Me dejó sola.
Cuando por fin superé más o menos lo de la muerte de mi abuelo, el estúpido de mi padre aparece en mi cuarto cumpleaños con su nueva novia, o mejor dicho, su nueva familia.

En el colegio siempre me ha ido mal.
En preescolar, sólo tenía una amiga. Se llamaba Rebecca. Es lo único que recuerdo de ella. Pues era mi mejor amiga, y se fue, se mudó. Me quedé sola en lo que quedaba de preescolar.
En primaria otra vez sólo tenía una amiga. Pero había unas chicas que no paraban de chincharme desde preescolar y no pararon hasta 4° de primaria.
Al llegar al instituto, mi única amiga de primaria que tuve, se cansó de mí e hizo nuevas amigas dejándome sola. Otra chica que estaba sola se hizo amiga mía. Pero resultó que no era mi amiga como yo pensaba, y me robó. Cómo no, me quedé sola otra vez. Después de unos meses, una chica empezó a hablarme al verme siempre sola, y fuimos amigas. O eso pensaba. A nosotras dos, luego se unió otra chica. Pero después de un tiempo, la primera chica me apartó del grupo y se quedó con la chica nueva. Empecé a faltar a clase porque tenía problemas en casa y con mi novio del momento. Mi madre bebía más de la cuenta y yo tenía dudas de si de verdad quería estar con ese chico porque yo a veces pensaba en Daveth... Pero seguí con él porque era el único amigo que tenía. Como faltaba tanto a clase, los profesores empezaron a preguntar. Y al día siguiente de uno de los días que falté, me vino la chica que me dejó sola, y me dijo que uno de los profesores iba a llamar a la Seguridad Social para hablar con mi madre de mis faltas. Hablé con ese profesor y... ¡Sorpresa! Era mentira. Mi ex-amiga se lo inventó para joder más mi vida.
Ya en Bachillerato y con gente nueva, hice nuevos amigos. Éramos la chica que se nos unió a mi ex amiga y a mí, dos hermanas, dos chicas más, un chico y yo. Éramos 7. Todo muy muy bien, éramos super amigos, pasábamos los recreos juntos, quedábamos para hacer trabajos juntos, le hacíamos una fiesta sorpresa al que tuviera su cumpleaños, etc. Pero algo hice mal, supongo que no contar mi vida privada porque no me daba la gana, excepto al chico, y las dos hermanas se hartaron de mí y empezaron a comerle la cabeza a las demás para dejarme sola. Pero el chico y una de las chicas decidieron quedarse conmigo porque yo no había hecho nada malo. Pero resulta que esa chica hablaba de mí a mis espaldas y me dejaba más verde que a una ensalada. Y al final del grupo hemos quedado el chico y yo. Aún hablamos, aunque no mucho, y no quedamos.
Entre todo ese tiempo del último grupo, yo había roto con el chico con el que no estaba segura si quería estar con él, Daveth y yo salimos juntos dos semanas, y al romper me encerré en mi casa sola durante dos meses y luego iba a clase con una sonrisa en la cara. Pero me sentía sola. Y es que estaba sola.
Y ahora que por fin volvía a ser social, el grupo se ha ido a la mierda. Yo quería celebrar mi cumpleaños todos juntos, pero ya no quiero ni celebrar que estoy viva. Otra vez estoy sola... Aún tengo a Daveth y a otra amiga, pero con ella no hablo apenas, porque aunque tengamos muchas cosas en común, apenas tenemos temas de conversación. Y después de todo lo reciente con el grupo, le he dicho a Daveth que necesito aislarme...

Siempre, haga lo que haga, aunque sea para bien, acabo sola. Supongo que es a lo que estoy destinada y es lo mejor para mí. Porque por mucho que lo intente, siempre pasa algo... Daveth seguramente después de haberle enviado capturas de pantalla al otro chico, ya no confía en mí... Y es que supongo que ya estamos empatados... Porque desde que él se lió con esa chica en una fiesta, siempre hay algo de desconfianza escondida en mi cabeza... Lo cual no debería pasar, pero es algo que se me ha quedado grabado en la cabeza, que es que recuerdo hasta la ropa que llevaban... Después de tantas mierdas que me ha pasado en la vida, se me queda todo grabado en la cabeza... Al igual que a él nunca se le olvidará los momentos en los que yo le rechacé hace unos años y luego salí con sus dos amigos... Supongo que todo lo malo que me ha pasado desde entonces es por eso... Pero aún así no me explico el por qué de todo lo malo anterior...

Soy una persona muy antisocial, y Daveth es todo lo contrario. Y yo ya no sé qué pensar ni qué hacer... Supongo que mi destino es estar sola, y que Daveth y yo estábamos destinados a conocernos y sentir algo, pero no estar juntos. Porque aunque nos queramos, somos polos opuestos... yo quiero que seamos novios y él no quiere nada serio...

Así que aunque me duela, y de verdad que me duele porque es una difícil decisión, he decidido que después de tantas veces que me he quedado sola, ahora debo estar sola. Dejar que Daveth haga lo que quiera y que sea feliz sin mí sin tener que preocuparse en si me hace daño o no. Él no está destinado a estar conmigo y se merece a alguien social como él y mucho mejor que yo.

En fin, aquí inundada en lágrimas e intentando no despertar a nadie. Me despido.

Al que de verdad le importe y no me quiera dejar sola, que me busque.

viernes, 8 de agosto de 2014

No es fácil.

No es fácil. No es nada fácil convivir con la inseguridad. La inseguridad te consume poco a poco, se alimenta de tí, de tu felicidad. Hay días no tan malos en los que te despiertas muy feliz. Y días en los que la inseguridad madruga, se despierta antes que tú para asegurarse de que te sientas mal durante el resto del día. Se asegura de que veas cada unos de tus fallos al mirarte al espejo, y que sobre todo, te deprimas y te obsesiones por ello.

Yo por ejemplo, hay días en los que me miro al espejo y pienso: "Hm, me veo guapa hoy", salgo de casa con la cabeza bien alta y confiada, y a raíz de eso pueden pasar dos cosas, puedo volver a casa y lo primero que pasa por mi cabeza es: "¿En serio he salido así a la calle?" o sigo feliz y confiada el resto del día.
Otros días directamente me despierto triste, amargada sufriendo al ver mi reflejo y todos sus fallos. Que si demasiados kilos por aquí, demasiados kilos por allá, espinillas, heridas, cicatrices, etc. En esos días soy tan pasota que cojo lo primero que pillo del armario, y al salir me da igual la opinión de los demás, porque sé que no van a ver más fallos de los que yo ya veo.

La ropa es una tortura. Lo que para las demás chicas es un paraíso, para mí es un infierno. Que no se me entienda mal, a mí la ropa me encanta. Pero, ¿de qué me sirve que me encante si justo la ropa que me gusta no me la puedo poner?
Normalmente, no hay tallas de la ropa que me gusta en las tiendas, y si las hay, milagro.
Las camisetas cortas, las denominadas "crop-tops", esas que enseñan el ombligo, me intimidan mucho porque tengo demasiada barriga. Yo no puedo ponerme esas camisetas a no ser que los pantalones que lleve debajo sean lo suficientemente altos como para tapar la piel que enseñan las camisetas, o si llevo una falda alta, las queridas "skater skirts", y entonces meto la camiseta dentro de la falda.
Otro ítem de vestimenta que es muy raro que me ponga, la falda. Las faldas son preciosas, pero al tener las piernas que tengo, gordas y fofas, con el roce al andar, se producen rozaduras, las cuales no son nada agradables. A veces las rozaduras son tan extremas, que cuando llego a mi casa no puedo hacer más que tumbarme y ponerme algo frío en las dos piernas para aliviar el ardor y el dolor. Y si tengo que andar por la casa, tiene que ser al estilo pingüino intentando que las piernas ni se rocen, porque como se toquen aunque sea un segundo, a eso ya se le puede denominar tortura. Lo mismo me pasa con los pantalones cortos.
Por eso odio el verano, porque al llevar pantalones cortos debido al calor, al final acabo con muchas rozaduras y a veces, con sangre. Cuando ya no puedo más, cuando las rozaduras ya me duelen demasiado, llevo pantalones largos. Lo malo de llevar pantalones largos en verano, es que me miran mal. Me miran y piensan: "¿Qué hace esa loca con pantalones largos? Debe de estar pasando un calor..." ¡Pues sí joder! ¡Soy humana! ¡Claro que tengo calor llevando pantalones largos en verano! Pero prefiero pasar calor durante el tiempo que lleve los pantalones largos, a tener que sufrir durante y después de llevar unos cortos.
La ropa ajustada. No la soporto. Lo único ajustado que puedo llevar son los vaqueros y pantalones en general, porque me aprietan en las zonas adecuadas. Pero camisetas, faldas y vestidos... me resulta incómodo porque tengo que estar todo el rato pendiente en meter barriga, y no me atrevo a sentarme porque entonces todas mis mollas salen a saludar al mundo. Y no es que sea algo agradable de ver.

Mi madre y mi abuela son unas obsesas del cuerpo perfecto.
Cuando mi abuela era joven, estaba obsesionada con las dietas y con controlar su peso. Un día trabajando en  una empresa de informática, un hombre le dijo al jefe de mi abuela: "Con modelos trabajando aquí, seguro que hacéis buenas ventas." El jefe se quedó atónito, y resultaba que se refería a mi abuela. Mi abuela se sintió muy alagada, lo cual es bastante normal digo yo. Cuando un día por fin consiguió el cuerpo perfecto con casi nada de grasa, porque si la tenía no se notaba, mi abuelo, tan simpático que era en esa época, un día la vio sentada en un viaje en tren, y se dio cuenta de los pliegues de piel, no de grasa, de piel, en la barriga de mi abuela, y le dijo que estaba gorda. Mi abuela se obsesionó aún más, y llegó a tal punto que hubo un tiempo en el que solo comía manzanas y bebía o café o agua. Pero menos mal, al final se dio cuenta de que era ella la que tenía que estar satisfecha consigo misma, y empezó a comer de forma saludable.
Mi madre, fue segunda dama en un concurso de Miss Turismo en Ibiza en 1990. Era preciosa, y aunque estaba menos obsesionada que mi abuela, también controlaba mucho lo que comía y se mataba a ejercicio. Sigue haciendo ejercicio, no tanto, pero corre mínimo 10km siempre que tiene tiempo, y debido a malos acontecimientos en su pasado, empezó a beber y ahora tiene barriga cervecera.
Y aquí estoy yo, la oveja negra de la familia bajo la presión de éstas dos locas de la perfección.

Mis amigos me dicen que estoy bien, que si quiero adelgazar, que sea poco porque no me hace falta. Me alaga que se esfuercen en no ser brutos al decir que adelgace, pero en el fondo piensan que estoy gorda. Y sinceramente siempre hay alguien que critica el físico de la gente aunque sea sin querer y sin querer ofender. Que si uno es muy orejón, que si una tiene mucho culo, que si alguien es demasiado flaco, que si demasiado gordo... Y entonces mi inseguridad se refuerza. Si piensan y dicen eso de los demás, ¿qué dirán de mí cuando no estoy delante?
Y Daveth... Él dice que estoy bien y debo quererme por cómo soy. Pero yo sufro cuando me intenta levantar del suelo y me coge, porque aunque intente esconderlo, se nota que le cuesta porque su cara se enrojece. Aunque agradezco el detalle de intentar ocultarlo.

Al fin y al cabo soy yo y sólo yo quien tiene que ser feliz con lo que ve todos los días en el espejo, y aunque los demás me digan que estoy bien, mientan o no, yo no estoy feliz. Estoy harta. Intento perder peso, pero por mucho que haga no pierdo casi nada, y al final me acabo rindiendo y comiendo cualquier dulce y cualquier cosa que no debería.

Pero bueno, aún no me he rendido del todo. Seguiré intentando perder peso. No sé cuánto tardaré ni cuánto tendré que perder para ser feliz. Pero hasta que no lo consiga, no pienso parar. Aunque en el camino me toque llorar desconsoladamente hasta no poder respirar.

jueves, 17 de julio de 2014

Poesía

No leemos ni escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana. Y la raza humana está llena de pasión.
La medicina, el derecho, el comercio y la ingeniería son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida. Pero la poesía, la belleza, el romaticismo, el amor, son las cosas que nos mantienen vivos.

viernes, 11 de julio de 2014

Empiezo a encontrar la verdadera felicidad

Por fin. Por fin empiezo a ser feliz. Ya empiezo a ver la luz del sol asomando detrás de la tormenta. Esos rayos de sol que alumbran mi camino y ese cálido resplandor que acaricia mi rostro. Al fin las nubes se van apartando y dejan que la felicidad haga su trabajo.

Ha pasado casi un mes desde la última vez que escribí. Estuve ocupada con los exámenes y entretenida dibujando y viendo como mi vida ha cambiado a mejor. He pasado de curso sin que me quedara alguna asignatura para Septiembre; después de los roces con "Daveth", estamos bien, mejor que nunca; he dejado de encerrarme en mi casa y ahora me paso las horas y los días fuera con mis nuevos amigos; vamos, que soy oficialmente feliz.

En esos dos meses de penumbra que tuve cuando "Daveth" y yo apenas hablábamos, mis notas en clase bajaron drásticamente. Pero conseguí acostumbrarme al dolor y poco a poco fui recuperando mi media, y cuando Daveth y yo quedamos otra vez, superé mi media y he acabado el curso bien orgullosa de mis notas.
Después de los roces con él, estamos perfectamente. No somos novios, al menos no oficialmente, pero somos felices. Dormimos juntos de vez en cuando, a veces hasta nos duchamos juntos, vamos a la piscina de noche, pasé San Juan con él en la playa, no paramos de mimarnos y de llamarnos cielo, y lo mejor de todo, me llevo bien con su madre.
Su madre organizó un cumpleaños sorpresa para él, al cual fui invitada y estuve a punto de no ir. Pero ella me convenció para ir e hice amigos. Desde entonces es un no parar. Siempre estamos todos juntos por ahí haciendo el tonto, de fiesta, en la piscina por la noche, dando vueltas por el centro, pintándonos las caras e incluso haciendo vocecitas con helio.

Puedo decir que porfin me he recuperado y he vuelto para arrasar con todo. Y claro, como este blog es de tristeza y soledad, volveré cuando tenga momentos amargos o cuando esté deprimida. ¡Ciao ciao! 

jueves, 5 de junio de 2014

Ausente

Ausente. Así quiero estar. Ausente de vida. Ausente de todo. Estoy HARTA.

Es siempre lo mismo, la misma mierda. Siempre tiene que ver con él.

Últimamente estábamos algo raros, apenas nos veíamos y estábamos algo sosos. He estado día tras día pensando que le pasaba algo conmigo. Y a lo mejor sí le pasa algo.

Anoche nos fuimos de fiesta él, sus amigos y amigas y yo. Nos lo pasamos genial, bailando y bebiendo, hasta que vino una amiga suya que no era del grupo, él la acompañó hasta su coche y ella le metió boca. Vale, sí, no somos pareja oficialmente, pero no puede usar de excusa que se va al extranjero y que por eso no quiere una relación oficial, para así liarse con quien le de la gana. Y vale sí, le metió boca ella a él.  ¿Y qué? Las cosas no suceden si uno no quiere. Si él no hubiera querido liarse con ella, se habría apartado, pero no lo hizo.
Estoy harta de que juegue conmigo. Harta de saber cómo es y yo como una tonta enamorada, pensar que puede cambiar. Harta de saber que él quiere estar con otras y fingir que si lo hace me daría igual. Harta de que él sepa que haga lo que haga, yo estaré siempre ahí, esperando.

domingo, 1 de junio de 2014

"Estoy aquí arriba, no ahí abajo"

Lo echo de menos... Apenas lo he visto esta semana y ya me siento sola. Me siento vacía y sólo tengo ganas de llorar. Si me siento así por una semana que no lo veo, ¿cómo me sentiré cuando tenga que aguantar sin él durante 10 años?

Cuando estoy con él me siento viva, humana, feliz. Siento que los latidos de su corazón ayudan a que el mío lata también. Su respiración es como un empujoncito para que mi cuerpo respire también. Él hace que me sea más fácil vivir. Pero hay momentos en los que estoy con él y me acuerdo que dentro de poco ya no estará. Y aunque intento no llorar delante suya porque no quiero que se sienta mal, acabo llorando desconsoladamente. Cuando eso pasa, me abraza todo lo fuerte que puede y me susurra que no pasa nada, y me pide que le diga el motivo de mis lágrimas. Mi respuesta es siempre la misma: "Tú". Al escuchar eso, me coge de la barbilla y me levanta suavemente la cara para que le mire a los ojos. Nos miramos unos instantes mientras me seca las lágrimas, pero acabo apartando la mirada y mirando hacia abajo porque no soporto que me vea llorar y porque a cada segundo que le miraba a los ojos, quería llorar más.

Pero aunque llore y él sea el motivo, sabe cómo hacerme reír, o al menos sonreír. Y es que cada vez que aparto la mirada, vuelve a cogerme suavemente de la barbilla, guía mi mirada a la suya y me dice: "Estoy aquí arriba, no ahí abajo". Y no puedo evitar dejar escapar al menos una sonrisa cada vez que dice eso, por que no se por qué, me hace gracia.

Ni los pájaros son libres

En este precioso día de lluvia, me he parado a pensar más de lo que suelo hacer normalmente. Y me he dado cuenta de que odio como muchas personas dicen que desearían ser libres como los pájaros. Que desearían poder volar a dónde quisieran cuando sienten la necesidad de escaparse. Y yo lo siento si destruyo la ilusión o el sueño de alguien, pero esos deseos son mentira. Los pájaros no son tan libres como creemos.

Nosotros creemos que no somos libres porque no podemos hacer lo que queramos cuándo y cómo queramos. Que no podemos elegir lo que queremos. Que ni siquiera hemos elegido si queremos nacer.
Pues los pájaros tampoco. Son hasta más esclavos de la vida que nosotros. Nosotros al menos podemos elegir lo que queremos comer, lo que queremos hacer, a dónde queremos ir y cuándo. Ellos no.

Los pájaros tampoco han elegido si querían nacer o no. Los pájaros vuelan, pero no a su elección. Los pájaros, como todos los animales, siguen sus instintos. Los pájaros no pueden decir "Pues hoy no me apetece comer migas de pan, me apetece comer insectos". No, no pueden, comen lo que pillan. Los pájaros no dicen "Pues hoy quiero irme a África, o puede que incluso a Noruega". Tampoco hacen eso, básicamente porque no pueden irse cuando quieran a donde quieran. Se van cuando el sitio en el que estén es demasiado frío para ellos o demasiado caluroso y necesitan buscar un lugar con el clima que necesitan para sobrevivir. No se van por que sí. Se van por necesidad. Todo lo que hacen, es por genes y por instinto. No son libres por el hecho de volar.

Así que no, ni los pájaros son libres.

viernes, 30 de mayo de 2014

"La chica de las sonrisas."

Me torturo tanto que no sé ni cómo empezar este texto. Pero bueno, supongo que he de conformarme con lo que ya he escrito.

Al igual que yo he sufrido y estoy sufriendo ahora, algunas personas han llegado a sufrir por mí, por mi culpa. Y no estoy nada orgullosa, pero son cosas que pasan.

Mi abuela sufrió cuando me escapé de casa. Mi madre sufrió cuando le dije que no la soportaba y estaba tan harta de ella y sus tonterías adolescentes que tiene a sus 46 años, que acabaría consiguiendo no verme nunca más. Mi primer novio sufrió cuando le dije que no estaba preparada, que era demasiado niña chica como para tener novio; lo cual era obvio porque tenía 12 años, pero él era mayor que yo, así que lo veía venir. Uno de mis mejores amigos (llamémosle Daveth) que se enamoró de mí, sufrió al rechazarle cuando me pidió salir, y sufrió aún más cuando su amigo me pidió salir y le dije que sí. Ese amigo suyo sufrió cuando le dije que no podía hacerlo, que no podía engañarme a mí misma ya que no lo quería y me fui con otro. Otro de mis mejores amigos llegó a sufrir a tal punto que dejó de comer por un beso que no debimos presenciar.

Daveth (he elegido este nombre porque en su origen inglés, significa amado), después de lo que sufrió por mí, fue superándome saliendo con otras chicas, hasta que no pude más y le dije lo que sentía por él. Le conté que lo amaba desde el principio, pero que no podía arriesgarme a perderlo. En ese momento él tenía pareja. Confesó que nunca dejó de pensar en mí, pero que quería a la chica con la que estaba y no quería hacerle daño. Esperé, y con las dudas que le surgieron, cortó su relación con ella. Ella se quedó devastada, hecha pedazos. Otra persona que añadir a mi "lista" de gente que sufrió por mi culpa. Y siendo sincera, me siento más culpable por su sufrimiento que por el de cualquier otra persona. Incluso, supera la culpa que siento por hacer sufrir a mi propia familia. Me caía bien, era buena chica, simpática, siempre con una sonrisa en la cara y con una risa encantadora y muy mona. Pero todo eso ha desaparecido por mi culpa. Por mi culpa ella sigue sufriendo por Daveth. Por mi culpa, ahora el motivo de sus sonrisas es intentar esconder su dolor. Por mi culpa tiene la mirada perdida. Por mi culpa, por mi maldita culpa y por ser egoísta, Daveth la dejó. Si yo me hubiera tragado mis palabras y no le hubiera confesado mis sentimientos, ellos seguirían juntos, serían felices, y ella seguiría teniendo esa preciosa e inocente sonrisa esbozada en su linda cara. Pero por culpa de mi miedo y mi egoísmo, ahora ella debe dejar que el tiempo cure sus heridas y esperar a que llegue alguien mejor, si es que para su gusto existe alguien mejor que Daveth...

Daveth y yo salimos juntos. Duramos 2 semanas. En esas dos semanas se le notaba ausente, extraño. Me besaba y me miraba enamorado, pero podía ver dolor en sus ojos y sus besos no eran apasionados. Yo ya me podía imaginar lo que pasaba. Y tenía razón. Me explicó que se sentía mal por dejar a "la chica de las sonrisas", que pensaba en ella demasiado como para poder tener algo conmigo. Destruí una preciosa pareja por capricho. Ahora el nombre de Daveth estaba escrito dos veces en mi "lista". Pero cuando me dijo eso, mi nombre quedó apuntada en la suya.

Ya expliqué ésto que voy a contar, pero qué más da que me repita.
Sufrí por Daveth durante dos meses. Dos meses que se me hicieron eternos sin él. Dos meses sin ver el sol a no ser que fuera obligatorio. Dos meses de desdicha y de miseria. Dos meses aguantando las miradas de pena de mis compañeros y de mi familia. Daveth me hablaba de vez en cuando, pero no era lo mismo. Ya no me animaba hablar con él. Más bien intentaba ignorarlo porque sólo con escribirle un "Hola" me hundía más en la penuria en la que ya estaba sometida. Hasta que, como ya he contado, quedamos y nos vimos en persona.
Mientras me preparaba y me ponía presentable para verle, notaba como se me aceleraba el corazón de los nervios, ya que no sabía qué podía pasar. Cuando nos vimos estuvimos hablando durante horas, y le conté mi sufrimiento. Y ahí estaba, la misma mirada de pena con la que me llevaba observando todo el mundo durante dos meses. Le mentí diciendo que ya no sentía nada por él, que podíamos besarnos y que no significaría nada para mí. Había tensión, ya que los dos llevábamos dos meses a dos velas. Pasó lo que pasó, y nos convertimos en "amigos con derecho". Como ya bien he explicado también, con el paso del tiempo se veía que había algo más entre nosotros. Estuvimos varias semanas sin esos "derechos", pero nos llamábamos "cielo", nos decíamos "te quiero", nos besábamos, y todo lo que una pareja hacía. Esperé y esperé a que me pidiera ser su novia, ya que era lo que parecíamos. De eso hace ya poco más de un mes, y aún no me ha pedido salir. Ni lo va a hacer. Volvemos a tener esos "derechos", ya que no podemos evitarlo, y actuamos como una pareja, pero no lo somos.

Lo que me jode de todo ésto, es que "la chica de las sonrisas" sólo sabe que la ruptura tuvo que ver conmigo, y cree que desde entonces Daveth y yo hemos sido felices todo este tiempo. Pero es mentira. Ahora la vida me está pagando con la misma moneda. He sufrido como nunca he llegado a sufrir jamás. Pero hay algo aún peor. Ya cuando por fin Daveth y yo estamos bien, somos felices juntos y por fin nos tenemos el uno al otro como quisimos desde hace años, se va. En Septiembre, o como muy tarde a principios del año que viene, se irá a la Légion Étrangère (la Legión Extrajera, Francia). Primero tiene que estar cuatro meses de pruebas físicas y exámenes médicos, y si los aprueba, tiene un compromiso mínimo de cinco años de servicio. Como cinco años no son suficientes, se irá diez. Si aprueba, pedirá un contrato de servicio de diez malditos años. Supongo que el destino me está haciendo pagar todo el daño que he causado hasta ahora. Si "la chica de las sonrisas" supiera todo ésto, creo que se alegraría bastante de que me toque sufrirlo a mí.

Desde que Daveth me dijo que se iba, estoy ausente. No soy capaz de concentrarme en nada, no puedo dibujar porque me tiemblan las manos, no puedo escuchar mis canciones favoritas porque son todas de amor y con una sola nota de una de ellas mis ojos no pueden evitar inundarse en lágrimas. Delante suya finjo que no me pasa nada. Finjo que soy fuerte por él, porque no quiero que el tiempo que nos quede juntos se los pase teniendo que soportar a una llorica debilucha. Quiero que estos meses que nos quedan estén llenos de recuerdos felices. Aunque preferiría que no se fuera, pero es su elección.

Obviamente, cuando él no está delante, lloro desconsoladamente hasta sentir que mis pulmones van a explotar de tantas convulsiones por culpa de respirar de una forma tan irregular, lloro hasta no notar mi cara y hasta que mis ojos me arden de sacar lágrimas de donde no hay.

Estoy exhausta. Cansada. Harta. Su amor me llena pero a la vez me consume. A la vez que la culpa de los dolores ajenos que he causado, también me consumen. Sobre todo el de "la chica de las sonrisas".

Toda esta situación me mata.

lunes, 12 de mayo de 2014

Lo amo, y no hay nada en este mundo que pueda hacer que pare de sentirme así.

Se va... Dentro de unos meses si no encuentra trabajo, se irá al extranjero... Desearía irme con él, pero eso significaría dejar mis estudios, y no puedo.
Si se va, nada volverá a ser lo mismo. No volveré a ver las cosas de la misma manera. Las pocas sonrisas que me quedan no volverán a salir a la luz.
Sé que se acabará teniendo que ir porque aquí no va a encontrar nada. Y es que aún no somos nada... Y no aguanto más. Lo amo. Lo adoro. Le quiero como nunca pensé que llegaría a quererle. Pero no puedo más. No puedo seguir fingiendo que no me pasa nada, ni soporto esta situación de "somos pero no somos" o sea lo que sea ésto que tenemos. Es que me muero ya... Necesito poder decirle a mis amigos "pues mi novio ésto y mi novio lo otro" cuando hable de él, pero no puedo. Quiero aprovechar todo el tiempo que me quede con él antes de que se vaya. Quiero que cuando se vaya, se vaya feliz y tenga los mejores recuerdos de su vida. Pero no puedo hacer eso porque para ello necesito que seamos algo para poder hacer lo que queramos con total libertad. Pero él no quiere precipitarse, tiene miedo, tenemos miedo. Sabe que está jugando conmigo y yo también lo sé. Me quiere pero no quiere que acabemos mal como la última vez sin hablarnos apenas en dos meses. Y la verdad es que si he de esperar más, lo haré. Pero no quiero esperar hasta que falte poco para su ida y aprovechar el minúsculo tiempo que nos quede entonces. Y tampoco quiero que me haga esperar hasta el momento en que se tenga que ir y use eso como excusa.

Ayer quedé con él. Y yo tenía claro que no íbamos a hacer el amor hasta que tuviéramos las cosas claras. Pero caí... Estuvimos tonteando varias horas, y de verdad que yo no quería caer... Porque sabía que hacerlo iba a traer "problemas" por llamarlo de alguna forma. Y es que me siento confusa e impotente. Poco a poco fui cediendo con sus besos porque no pude evitarlo. Me vuelve loca. Nunca me he sentido así por nadie. Nunca había sufrido tanto por alguien y que ese alguien sea a la vez la causa de mi felicidad. Tampoco he tenido tan poco control sobre mí misma en mi vida. Hace que se me descoloquen las tuercas y tornillos en mi cabeza y hace que me deje llevar como nunca lo he hecho antes. Pierdo el norte con él.

Todos mis amigos y familiares dicen que lo que siento no es ni una pequeña parte de lo que sentí una vez por cierta persona. ¿Y ellos que sabrán? Ellos no saben nada de lo que ha pasado entre nosotros, saben lo que siento pero no saben la historia. Es mentira todo lo que dicen. Es mentira desde los primeros días, desde el primer beso. Aunque nos fuera mal, lo quiero igual y más que el primer día. Cada día, cada hora, cada minuto que paso sin él, siento que me falta algo, que mi vida no tiene sentido. Me faltan las ganas de hacer cualquier cosa, me faltan motivos para sonreír, me faltan fuerzas. Y sé que no debería pasarme eso y sé que él no quiere que me pase eso. Pero en serio, no puedo evitarlo. No puedo evitar depender de él para ser totalmente feliz. Puedo ser feliz por mí misma, pero no estaría completa. Joder, si es que sólo una mirada suya o un susurro suyo hacen que me sienta como si no hubiera nada a mi alrededor más que él. Hacen que me sienta como si pudiera conquistarlo todo.

Le odio. Juro que le odio por todo lo que he sufrido por él. Pero lo amo más de lo que le odio por el daño y la felicidad que me causa ahora. Y lo peor es que él lo sabe. Él sabe lo importante que es para mí. Pero dice, que no quiere que me importe tanto porque sabe que si se va, cuando lo haga, sufriré, y mucho. Y tiene razón, pero prefiero aprovechar todo el tiempo que pueda con él, a quedarme con los brazos cruzados en mi cuarto llorando e imaginándome mi vida con él y luego arrepentirme por hacerle caso y no hacer nada al respecto y no estar con él cuando aún podía. Su mayor miedo es que tengamos algo serio y él haga algo que pueda hacerme sufrir y no lo pueda arreglar. Y sinceramente no hay ningún otro idiota por el que me de igual sufrir más que él. Puedo parecer estúpida diciendo eso, pero es verdad. Lo amo tal y como es aunque sea mi perdición. Me da igual si llega a hacerme daño. Me da igual lo mucho que yo pueda llegar a sufrir. Mientras sea por él, valdrá la pena.

Si se va, sé lo que me espera después. Me esperará un largo tiempo de recuperación hasta que pueda rehacer mi vida otra vez y seguir mi camino. Lo amo, y no hay nada en este mundo que pueda hacer que pare de sentirme así. Ni siquiera él, el daño que pueda causarme o la vida que me espere cuando se vaya de mi lado.

lunes, 5 de mayo de 2014

Me mata... O peor, me enamora.

Su mirada, su sonrisa, sus manos, sus caricias, sus besos, sus suspiros, su pelo, su voz, sus abrazos, todo. Él. Me mata. Me enamora.

Todo lo que tiene que ver con él son flechas, y mi corazón es la diana.

Me encanta, pero a la vez le odio. Le odio como nunca he podido odiar a alguien. Pero también lo amo como nunca he podido amar jamás. Él saca lo peor y lo mejor de mí. Saca mis mejores sonrisas, pero también saca mis más grandes lágrimas. El amor duele. Es verdad, digan lo que digan, duele.

Después de quedar ese Domingo en el que hablamos, llevamos días en lo que no podemos soltarnos, estamos abrazados casi todo el tiempo, nos miramos a los ojos casi continuamente, sus labios rozan los míos siempre que sea posible. Pero él ama a escondidas. Sus amigos saben que nos hablamos, pero no saben lo que hacemos. De su familia sólo su madre lo sabe porque prefirió contárselo antes de que ella misma se diera cuenta.
En este puente no lo he visto ni un solo día, y el día anterior al puente tampoco. Dijo que necesitaba tiempo para pensar... Como siempre. Siempre hace lo mismo. Dice que necesita pensar y luego vuelve como si nada. Hoy lo he vuelto a ver y ha sido increíble. No penséis mal. Hemos estado tumbados en la cama casi cinco horas abrazados, hablando, mirándonos mutuamente, acariciándonos, besándonos. Intenté no decirle esas dos palabras que tanta importancia tienen, ya que no somos nada. No estamos saliendo. Tampoco tenemos una relación sin compromiso como antes. Ni él es mío, ni yo soy suya. Pero después de cuatro horas y media así, no pude contenerme. Me ardían los labios y la garganta de evitar decirlo.

-¿Te puedo contar un secreto? Te quiero.- le dije.

A la vez de sentir como se me quitaba un gran peso de encima, noté como me empezaba a pesar otro enseguida.

-Y yo a ti.- me respondió seguido de un beso.

Estuvimos un rato en silencio sintiendo las caricias mutuas y el calor de nuestros cuerpos. El cual se interrumpió cuando me dijo que en media hora se tenía que ir. El silencio siguió unos minutos más hasta que le pregunté qué pensó en esos cinco días que no nos vimos, ya que esas horas anteriores estuvimos hablando de todo menos eso. Me contó que estuvo pensando en lo que no tenía que pensar. Que sentía que quería estar conmigo pero que a la vez sabía que no debía. Que me quiere pero tiene dudas. Se me escapó una lágrima. Pero me sequé dicha lágrima antes de que se diera cuenta e hice como si no pasara nada. Hablamos tan normal del tema. Por fuera se esbozaba una sonrisa en mi cara y por dentro podía sentir cómo mi corazón se iba rompiendo en microscópicos pedazos poco a poco. Por cada palabra, un trozo pequeño, y por cada beso uno un poco más grande. Me duele estar a su lado y me duelen sus besos, pero a la vez me hacen sentir bien. No lo entiendo. ¿Por qué? ¿Por qué me siento tan bien con el dolor que me produce y a la vez me siento tan mal por la felicidad que siento? Pero no puedo evitar querer más. No puedo evitar querer más besos suyos aunque eso signifique que tenga que resolver un puzzle con los trozos de mi corazón que paulatinamente se va haciendo más y más difícil de resolver.

Los dos tenemos miedo por lo mismo. Tenemos miedo a que si lo intentamos, acabe mal. Miedo a que si no lo intentamos, gradualmente nos vayamos distanciando hasta que nos dejemos de hablar. O miedo a que si no lo intentamos, seguir siendo amigos y vernos a menudo, pero reprimiendo lo que sentimos por miedo a cagarla. Pero yo tengo más miedos que él. A la vez de tenerle miedo a esas cosas, me aterrorizo sólo con pensar en que si al final nos quedamos como amigos y nada más, que se olvide de lo que sintió una vez por mí, tener que verle con otra y aconsejarle para que le vaya bien con la que esté. Me aterra revisar todas las posibilidades que tenemos y que sólo una sea con final feliz.

Puede que si no llegamos a ser nada, lo más probable sea que nos distanciemos y no nos hablemos en años. Me olvidaré de él y de mis sentimientos. Pero algún día, puede que ya casada y hasta con hijos, lo veré, me lo encontraré por la calle o lo veré de lejos, y todos esos recuerdos y sentimientos resucitarán.

Pase lo que pase, lo único que puedo hacer es fingir que nada me pasa, aguantarme las lágrimas que quieran escaparse de mis ojos cuando esté con él y dejarlas libres cuando me quede sola. Sonreír ocultando mi dolor. Y ya el tiempo decidirá si debemos estar juntos, o si nunca estuvimos destinados el uno para el otro. Sea lo que sea, sé que siempre le querré, aunque ni yo misma lo sepa y necesite verle para recordarlo todo.

Porque lo dicho, me enamora.

domingo, 27 de abril de 2014

Mentí al negar el amor

El amor sí existe. Está tan presente que con sólo oír la palabra, duele. Dije lo que dije por tener el corazón roto. Por tener dudas.
Lo amo. Pensé que estaba confusa y que confundía amistad con amor. Estaba dolorida y hecha pedazos.

Nos dejamos de hablar hace tiempo porque decía que le hacía falta tiempo para él. Se lo dí. Le dije que yo no le hablaría si no lo hacía él primero. Cumplí dicha promesa, no lo hice. Pero la verdad es que sostuve el móvil entre mis manos con la tentación de llamarle o esperando a que me hablara él. Y lo hizo varias veces, pocas, pero lo hizo. Tardaba tanto entre vez y vez, que yo avanzaba e intentaba superarle porque perdía las esperanzas de volver a hablar con él. Tardé mucho en superarlo. Mucho. Demasiado. Casi dos meses estuve encerrada a oscuras en mi habitación, ahogándome en sollozos, temblando de frío y desesperación, aguantando las ganas de terminar con mi vida, sin tener contacto con nadie, sólo con la música. En esos dos meses lo superaba poco a poco, pero cada vez que se ponía en contacto conmigo me volvía a sentir tan mal como desde el principio. Era un círculo vicioso. Me hundía, lloraba, poco a poco lo superaba, me hablaba y vuelta a empezar. Lo echaba de menos. Echaba de menos esas risas que nos echábamos, su forma de mirarme, su forma de hacerme sentir especial, única. Lo echaba tanto de menos que no lo quería ver.

Por fin un día lo superé antes de que me volviera a hablar. Pero -siempre hay un pero-, un día no se limitó a hablarme, me pidió que quedáramos porque quería verme. Eso hicimos, quedamos y hasta ahí iba bien, seguía superado. Pero poco a poco mientras las conversaciones avanzaban, notaba esas miradas con las que sus ojos solían mirarme antes. Esa mirada hipnotizante que lo dice todo y a la vez no dice nada. Esa mirada que no se sabe si está enamorado o perdido. O si eres tú quien se pierde en ellos. Esa mirada fue la causa de mi perdición. Todos mi sentimientos volvieron a flote. Quería besarle, abrazarlo y no soltarlo jamás. Pero no podía, ya lo intentamos una vez y no salió bien. Fuimos a su casa y seguimos hablando y hablando. Y de alguna forma surgió el tema de "relación sin compromiso". Fui débil y acepté. A partir de ese momento éramos amigos con derecho. Encerré mis sentimientos en una caja y los oculté muy hondo en mi corazón para que él no supiera nada de ellos. La idea de "sólo sexo" me mataba, pero me quedé estrictamente en esa línea con tal de estar con él. Tonta, lo sé. Pero no pude evitarlo.

Fueron pasando los días, quedábamos para hablar, para ver nuestra serie favorita y lo que surgiera. Una noche dormimos juntos. Joder, qué noche. Y no lo digo por el sexo, si no por lo que vino después. Aunque fuera algo que unos amigos con derecho no hacen, dormimos abrazados. A veces le abrazaba yo a él escondiendo mi cara en su cuello, o, él a mí rodeándome con sus cálidos brazos y entrecruzando sus dedos con los míos. Hacía tanto que no me sentía tan bien como en ese momento... Me sentía bien, protegida, única, suya. Pero a la vez me mataba, porque no éramos nada. Más días fueron pasando y más gestos cariñosos tenía conmigo. Me besaba de forma más dulce, me besaba la frente y la nariz, si nos tumbábamos a ver la serie, me abrazaba y me cogía de la mano, me llamaba por la mañana para despertarme, y un día se le escapó una palabra que me mató; "cielo". ¡Me llamó cielo sin querer! Eran muchas cosas que me indicaban varias posibilidades de que él sintiera algo por mi otra vez, o todavía, si no dejó nunca de sentir algo por mí.

Ya por fin esta noche hemos sido sinceros el uno con el otro y nos hemos contado mutuamente lo que sentimos. Obviamente con la conversación quedó claro que el tema de "amigos con derecho" llegó a su fin, ya que eso requiere nada de sentimientos, y nosotros sentimos demasiadas cosas. Mañana Domingo hemos quedado para seguir sincerándonos en persona.

A ver qué pasa...

domingo, 20 de abril de 2014

Yo creo que el amor no existe.

No creo en el amor. El amor no existe. Todo el que haya estudiado algo de biología lo sabe. El amor es un truco para que nos dejemos llevar. El amor es creado por nuestro cerebro, por nuestro sistema limbico (el sistema limbico hace que cuando probamos algo y nos gusta, por ejemplo el chocolate, sentimos placer y queremos repetirlo. Otro ejemplo sería el sexo). El amor es una mentira para que nuestra especie sobreviva. Es un cuento para poder llamar de alguna manera los encuentros entre dos personas y lo que eso produzca. No os engañéis. Cuando creéis que amáis, no lo hacéis. Queréis creer que sí y tener una vida romántica y de película. Pero lo único que os espera serán hijos, hipotecas, trabajo, llantos de bebé por la noche, escasez de sexo, depresión, kilos de más. Vamos, todo lo contrario de lo que soñais ahora.

A lo mejor todo esto que digo, lo he dicho porque me han roto el corazón demasiadas veces y quiero dejar de vivir en un cuento de hadas. O simplemente, porque a mí no me ha tocado ser la princesa de ningún cuento.

Pointy Hand