"Lo ideal sería tener el corazón en el cráneo y el cerebro en el pecho. Así, pensaríamos con amor y amaríamos con inteligencia."
-Anónimo

miércoles, 15 de octubre de 2014

No sé si me lees, pero te escribo igualmente.

Me estoy fallando a mí misma. Dije, me prometí, que aunque te pensara, que no miraría atrás ni querría volver... Pero no puedo evitarlo. Te pienso demasiado, no paro de mirar atrás y a los lados a ver si te veo, y no paro de pensar en querer volver a tus brazos. Cada vez que paso por los sitios en los que hemos estado juntos, me vienen siempre todos los recuerdos, y no puedo evitar andar cabizbaja mirando al suelo cada vez que pasa eso. Y cada vez que paso por esos lugares, unos pasos antes de llegar, deseo con todas mis fuerzas que estés allí, pero nunca estás. Llevo unos días en los que estoy medianamente bien, que no te pienso tanto ni te echo tanto de menos, pero estoy cayendo en picado poco a poco.

Sí, estoy cansada de intentar que todo funcione, pero intentar borrarte de mi vida abate más. No hay ni un solo minuto del día en el que no piense en ti.
¿Sabes? Cada vez que la pregunta "¿Qué es el amor?" se me presentaba o pasaba por mi mente, la respuesta que se ponía en primer plano eras tú. Sí, tú, nada ni nadie más. Cada vez que oigo tu nombre, que desgraciadamente es muy común, se me pone la piel de gallina, y noto como una lágrima se intenta escapar, pero la arrastro de vuelta a su sitio. Soy tan estúpida, que aunque me duela tanto, te quiero. Te quiero a ti y sólo a ti. Bueno, a ti, a tu risa, a tu sonrisa imperfecta, a tus hipnotizantes ojos, a tus cálidos abrazos, a tus besos ardientes de pasión, a esa forma que tenías de picarme, a tus gestos, a tus caricias heladoras, a las estupideces que decías, a todo lo malo y todo lo bueno de ti. Te quiero. Y no sabes las ganas que tengo de hablarte, pero el orgullo me lo impide. No sabes las ganas que tengo de verte, de poder tocarte, de poder abrazarte, besarte y decirte que te quiero. No lo sabes...

Sé que ya es otra la que está metida en tu cabeza en estos momentos, igual que la última vez. Cada vez que pienso en eso, en que hay otra en la que piensas, me tiemblan las manos... Me tiemblan las manos, me castañean los dientes hasta que pierdo toda la fuerza que me queda, no puedo más y lloro, lloro más de lo que solía llorar antes. Cuanto más lloro, más quiero llorar, y más te echo de menos. Quería tanto contigo... Quería crecer contigo, sonreír y compartir los días más especiales de mi vida a tu lado. Quería que todo el mundo se sorprendiera porque estuviéramos juntos tanto tiempo. Quería que lo nuestro no tuviera final, ser una historia interminable. Quería ser la razón por la que creyeras que el "para siempre" existe, y que tú fueras la mía. Quería ser tu último pensamiento del día, ser alguien a quien tuvieras ganas de ver al día siguiente. Quería serlo todo para ti. Pero no se consigue todo lo que se quiere, ¿verdad?

Cada noche se me hace más corta, apenas duermo. Cuando cierro los ojos la primera imagen que me aparece eres tú, sonriendo, mirándome a los ojos. Y esa imagen me conduce a un recuerdo. Esa noche de otras muchas en la que me acompañaste a mi casa, nos despedimos, saliste de mi bloque, me quedé parada en el sitio por unos momentos hasta que decidí salir y correr detrás tuya. Te diste la vuelta y me dijiste: "¿A dónde vas?". Y yo te respondí "A ninguna parte", seguido de una sonrisa y un beso que no te esperabas. Y entonces, al final del beso sonreímos a la vez y nos dijimos "Te quiero" al unísono. Y esa sonrisa y mirada de después, es la imagen que me aparece cada vez que cierro los ojos. Por eso intento mantenerme despierta lo máximo posible, para no tener que recordar algo que nunca más veré.

Es curioso cómo pasamos de ser amigos a amantes, y ahora estamos avanzando a la fase de "extraños". Nada sale como se tiene previsto, al final siempre hay un adiós, y todo el mundo tiene su forma de decirlo. Intento superarlo, intento pararme a mí misma de pensarte, y me niego y me digo que el tiempo lo curará todo. Me miento y me digo que no te echo de menos para sentirme algo mejor. Y para ser sincera, tengo tantas ganas de tenerte a mi lado que me conformaría con eso, con que estuvieras sentado a mi lado incluso callado, pero que estés ahí.

Pero no voy a hablarte porque lo más seguro es que no consiga nada, o puede que como mucho que me digas que no quieres hablar, pero el resultado es el mismo. ¿Por qué? Porque eres un hijo de puta sin sentimientos, y que antes de dejar que la sangre te fluya por el cerebro y el corazón, dejas que fluya por tu polla. Me he puesto a hablar vulgarmente, ¿y qué? Es mi puto blog y son mis putos sentimientos. Y es así, eres un cabrón que piensa un poquito en los demás y todo lo posible en ti mismo. Mientras que yo, pensaba más en ti que en mí misma. Y aunque me duela, aunque me muera por querer volver a estar contigo, no volveré, porque me merezco mucho más. Aunque yo crea que no, que eres tú el que estaba destinado a estar en mi vida, hay alguien mejor por ahí, alguien que me merezco. Y si no lo hay, prefiero morir sola antes que morir contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pointy Hand