"Lo ideal sería tener el corazón en el cráneo y el cerebro en el pecho. Así, pensaríamos con amor y amaríamos con inteligencia."
-Anónimo

martes, 23 de septiembre de 2014

No sé cuánto podré aguantar.

No puedo más. Llevo años pensando en cómo acabar con mi vida y en las razones para hacerlo. Y tengo varias respuestas para las dos cosas.
Podría suicidarme con una sobredosis de pastillas para dormir, con la cual dormiría eternamente. Podría cortarme las venas. Beber lejía o algo por el estilo. Inyectarme aire en las venas. Electrocutarme. Ahorcarme. Tirarme de un lugar alto. Hay tantas posibilidades...

Dicen que la gente se suicida por cobardía. Que como no saben cómo solucionar sus problemas, huyen. Pero no es así, la gente se suicida por varias razones. Puede ser por depresión, por estar locos y escuchar voces que dicen que deben hacerlo, por impulso, por sentir que necesitan ayuda y pedir y pedir hasta que se rinden porque no la consiguen, por el simple deseo de morir, porque parece la única solución, o por haber cometido un error.

Por ahora el mayor factor que me induce al suicidio es la depresión. Vamos a ser claros, la depresión es una enfermedad. Una enfermedad dolorosa. Pero no es como cualquier otra enfermedad o cualquier dolor, es diferente. Al ser una enfermedad que reside en la cabeza, hace que vea el mundo como dolor. Siento dolor dentro, pero también por fuera. El mundo entero parece perturbado y afligido, que no hay hacia dónde escapar. Sólo sé centrarme en los fracasos y las decepciones, sólo veo el lado negativo de las cosas, siento que nunca voy a ser feliz y que mis problemas seguirán sin solución. Dentro de mi cuerpo siento algo que va a acabar estallando y acabando conmigo. Por eso el suicidio parece una idea tan seductora, porque es una opción de escape.

No me siento capaz de superar lo que sea que me pase. Quiero acabar con todos mis pensamientos y sentimientos que me atormentan. Quiero dejar de sentirme rechazada, avergonzada, culpable por todo, de sentir que no soy nada, de sentirme como si fuera un fantasma. Quiero dejar de ser invisible.
En clase apenas me hablan, suelen hablarme para preguntar cuál es la clase siguiente y dónde. Me suelo sentar sola en clase, y si no hay más sitio, entonces se sientan conmigo o me siento con otra persona, pero porque no hay otra opción.
En mi "grupo de amigos", no existo prácticamente. Parece que no estoy presente. Me ignoran, no me hablan, no me oyen, no me miran, nada. Y si estamos todos en grupo con la madre de Daveth, ella o él son los únicos que después de mucho tiempo me dicen que no me margine. No me margino adrede. Es que ya es automático. Cada oveja va con su pareja y yo me quedo sola. Siempre me pasa eso. Parece que estoy maldita o algo.
Quiero dejar de sentir asco hacia mí misma. Quiero decir que estoy bien y ser sincera cuando lo digo. Quiero sentir que soy alguien. Quiero salir a la calle sin preocuparme de las miradas juzgantes.

He intentado autolesionarme con lo típicos cortes en la muñeca, y lo hice varias veces, pero no lo suficientemente profundo como para dejar cicatriz, más bien eran arañazos graves con algo de sangre. Porque es que la verdad que cada vez que lo hacía, algo en mí me frenaba, y era el pensar en qué pasaría si alguien se enterara. Y además, no era algo que podría hacer en cualquier sitio a cualquier hora que me sintiera mal. Desde la última vez he estado buscando una forma de producirme dolor que no dejara marca a largo plazo para que nadie lo vea, algo que pudiera hacer cuando y donde quisiera. He acabado con una gomilla de éstas elásticas de oficina con las que sellan por ejemplo una cartulina enrollada cuando la compras en una papelería. De esas que algunos usan de tirachinas en clase. Esas gomillas las uso de pulseras.
Pues cuando me siento mal, cuando siento que quiero llorar, cuando me duele el pecho cuando me agobio, por ejemplo en clase, meto las manos debajo de la mesa, estiro la gomilla hasta casi su máxima capacidad, la suelto, y después observo como una raya roja empieza a dibujarse en mi piel. Puede no ser para tanto y parecer una estupidez, pero para una persona con la piel sensible como yo, eso es una tortura. Y no sé, hay algo en ver las marcas aparecer que me alivia. Hacen que olvide el dolor general que suelo sentir y me centro sólo en el de la muñeca. Por ahora eso me sirve, pero no sé cuánto podré aguantar.

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