"Lo ideal sería tener el corazón en el cráneo y el cerebro en el pecho. Así, pensaríamos con amor y amaríamos con inteligencia."
-Anónimo

viernes, 30 de mayo de 2014

"La chica de las sonrisas."

Me torturo tanto que no sé ni cómo empezar este texto. Pero bueno, supongo que he de conformarme con lo que ya he escrito.

Al igual que yo he sufrido y estoy sufriendo ahora, algunas personas han llegado a sufrir por mí, por mi culpa. Y no estoy nada orgullosa, pero son cosas que pasan.

Mi abuela sufrió cuando me escapé de casa. Mi madre sufrió cuando le dije que no la soportaba y estaba tan harta de ella y sus tonterías adolescentes que tiene a sus 46 años, que acabaría consiguiendo no verme nunca más. Mi primer novio sufrió cuando le dije que no estaba preparada, que era demasiado niña chica como para tener novio; lo cual era obvio porque tenía 12 años, pero él era mayor que yo, así que lo veía venir. Uno de mis mejores amigos (llamémosle Daveth) que se enamoró de mí, sufrió al rechazarle cuando me pidió salir, y sufrió aún más cuando su amigo me pidió salir y le dije que sí. Ese amigo suyo sufrió cuando le dije que no podía hacerlo, que no podía engañarme a mí misma ya que no lo quería y me fui con otro. Otro de mis mejores amigos llegó a sufrir a tal punto que dejó de comer por un beso que no debimos presenciar.

Daveth (he elegido este nombre porque en su origen inglés, significa amado), después de lo que sufrió por mí, fue superándome saliendo con otras chicas, hasta que no pude más y le dije lo que sentía por él. Le conté que lo amaba desde el principio, pero que no podía arriesgarme a perderlo. En ese momento él tenía pareja. Confesó que nunca dejó de pensar en mí, pero que quería a la chica con la que estaba y no quería hacerle daño. Esperé, y con las dudas que le surgieron, cortó su relación con ella. Ella se quedó devastada, hecha pedazos. Otra persona que añadir a mi "lista" de gente que sufrió por mi culpa. Y siendo sincera, me siento más culpable por su sufrimiento que por el de cualquier otra persona. Incluso, supera la culpa que siento por hacer sufrir a mi propia familia. Me caía bien, era buena chica, simpática, siempre con una sonrisa en la cara y con una risa encantadora y muy mona. Pero todo eso ha desaparecido por mi culpa. Por mi culpa ella sigue sufriendo por Daveth. Por mi culpa, ahora el motivo de sus sonrisas es intentar esconder su dolor. Por mi culpa tiene la mirada perdida. Por mi culpa, por mi maldita culpa y por ser egoísta, Daveth la dejó. Si yo me hubiera tragado mis palabras y no le hubiera confesado mis sentimientos, ellos seguirían juntos, serían felices, y ella seguiría teniendo esa preciosa e inocente sonrisa esbozada en su linda cara. Pero por culpa de mi miedo y mi egoísmo, ahora ella debe dejar que el tiempo cure sus heridas y esperar a que llegue alguien mejor, si es que para su gusto existe alguien mejor que Daveth...

Daveth y yo salimos juntos. Duramos 2 semanas. En esas dos semanas se le notaba ausente, extraño. Me besaba y me miraba enamorado, pero podía ver dolor en sus ojos y sus besos no eran apasionados. Yo ya me podía imaginar lo que pasaba. Y tenía razón. Me explicó que se sentía mal por dejar a "la chica de las sonrisas", que pensaba en ella demasiado como para poder tener algo conmigo. Destruí una preciosa pareja por capricho. Ahora el nombre de Daveth estaba escrito dos veces en mi "lista". Pero cuando me dijo eso, mi nombre quedó apuntada en la suya.

Ya expliqué ésto que voy a contar, pero qué más da que me repita.
Sufrí por Daveth durante dos meses. Dos meses que se me hicieron eternos sin él. Dos meses sin ver el sol a no ser que fuera obligatorio. Dos meses de desdicha y de miseria. Dos meses aguantando las miradas de pena de mis compañeros y de mi familia. Daveth me hablaba de vez en cuando, pero no era lo mismo. Ya no me animaba hablar con él. Más bien intentaba ignorarlo porque sólo con escribirle un "Hola" me hundía más en la penuria en la que ya estaba sometida. Hasta que, como ya he contado, quedamos y nos vimos en persona.
Mientras me preparaba y me ponía presentable para verle, notaba como se me aceleraba el corazón de los nervios, ya que no sabía qué podía pasar. Cuando nos vimos estuvimos hablando durante horas, y le conté mi sufrimiento. Y ahí estaba, la misma mirada de pena con la que me llevaba observando todo el mundo durante dos meses. Le mentí diciendo que ya no sentía nada por él, que podíamos besarnos y que no significaría nada para mí. Había tensión, ya que los dos llevábamos dos meses a dos velas. Pasó lo que pasó, y nos convertimos en "amigos con derecho". Como ya bien he explicado también, con el paso del tiempo se veía que había algo más entre nosotros. Estuvimos varias semanas sin esos "derechos", pero nos llamábamos "cielo", nos decíamos "te quiero", nos besábamos, y todo lo que una pareja hacía. Esperé y esperé a que me pidiera ser su novia, ya que era lo que parecíamos. De eso hace ya poco más de un mes, y aún no me ha pedido salir. Ni lo va a hacer. Volvemos a tener esos "derechos", ya que no podemos evitarlo, y actuamos como una pareja, pero no lo somos.

Lo que me jode de todo ésto, es que "la chica de las sonrisas" sólo sabe que la ruptura tuvo que ver conmigo, y cree que desde entonces Daveth y yo hemos sido felices todo este tiempo. Pero es mentira. Ahora la vida me está pagando con la misma moneda. He sufrido como nunca he llegado a sufrir jamás. Pero hay algo aún peor. Ya cuando por fin Daveth y yo estamos bien, somos felices juntos y por fin nos tenemos el uno al otro como quisimos desde hace años, se va. En Septiembre, o como muy tarde a principios del año que viene, se irá a la Légion Étrangère (la Legión Extrajera, Francia). Primero tiene que estar cuatro meses de pruebas físicas y exámenes médicos, y si los aprueba, tiene un compromiso mínimo de cinco años de servicio. Como cinco años no son suficientes, se irá diez. Si aprueba, pedirá un contrato de servicio de diez malditos años. Supongo que el destino me está haciendo pagar todo el daño que he causado hasta ahora. Si "la chica de las sonrisas" supiera todo ésto, creo que se alegraría bastante de que me toque sufrirlo a mí.

Desde que Daveth me dijo que se iba, estoy ausente. No soy capaz de concentrarme en nada, no puedo dibujar porque me tiemblan las manos, no puedo escuchar mis canciones favoritas porque son todas de amor y con una sola nota de una de ellas mis ojos no pueden evitar inundarse en lágrimas. Delante suya finjo que no me pasa nada. Finjo que soy fuerte por él, porque no quiero que el tiempo que nos quede juntos se los pase teniendo que soportar a una llorica debilucha. Quiero que estos meses que nos quedan estén llenos de recuerdos felices. Aunque preferiría que no se fuera, pero es su elección.

Obviamente, cuando él no está delante, lloro desconsoladamente hasta sentir que mis pulmones van a explotar de tantas convulsiones por culpa de respirar de una forma tan irregular, lloro hasta no notar mi cara y hasta que mis ojos me arden de sacar lágrimas de donde no hay.

Estoy exhausta. Cansada. Harta. Su amor me llena pero a la vez me consume. A la vez que la culpa de los dolores ajenos que he causado, también me consumen. Sobre todo el de "la chica de las sonrisas".

Toda esta situación me mata.

lunes, 12 de mayo de 2014

Lo amo, y no hay nada en este mundo que pueda hacer que pare de sentirme así.

Se va... Dentro de unos meses si no encuentra trabajo, se irá al extranjero... Desearía irme con él, pero eso significaría dejar mis estudios, y no puedo.
Si se va, nada volverá a ser lo mismo. No volveré a ver las cosas de la misma manera. Las pocas sonrisas que me quedan no volverán a salir a la luz.
Sé que se acabará teniendo que ir porque aquí no va a encontrar nada. Y es que aún no somos nada... Y no aguanto más. Lo amo. Lo adoro. Le quiero como nunca pensé que llegaría a quererle. Pero no puedo más. No puedo seguir fingiendo que no me pasa nada, ni soporto esta situación de "somos pero no somos" o sea lo que sea ésto que tenemos. Es que me muero ya... Necesito poder decirle a mis amigos "pues mi novio ésto y mi novio lo otro" cuando hable de él, pero no puedo. Quiero aprovechar todo el tiempo que me quede con él antes de que se vaya. Quiero que cuando se vaya, se vaya feliz y tenga los mejores recuerdos de su vida. Pero no puedo hacer eso porque para ello necesito que seamos algo para poder hacer lo que queramos con total libertad. Pero él no quiere precipitarse, tiene miedo, tenemos miedo. Sabe que está jugando conmigo y yo también lo sé. Me quiere pero no quiere que acabemos mal como la última vez sin hablarnos apenas en dos meses. Y la verdad es que si he de esperar más, lo haré. Pero no quiero esperar hasta que falte poco para su ida y aprovechar el minúsculo tiempo que nos quede entonces. Y tampoco quiero que me haga esperar hasta el momento en que se tenga que ir y use eso como excusa.

Ayer quedé con él. Y yo tenía claro que no íbamos a hacer el amor hasta que tuviéramos las cosas claras. Pero caí... Estuvimos tonteando varias horas, y de verdad que yo no quería caer... Porque sabía que hacerlo iba a traer "problemas" por llamarlo de alguna forma. Y es que me siento confusa e impotente. Poco a poco fui cediendo con sus besos porque no pude evitarlo. Me vuelve loca. Nunca me he sentido así por nadie. Nunca había sufrido tanto por alguien y que ese alguien sea a la vez la causa de mi felicidad. Tampoco he tenido tan poco control sobre mí misma en mi vida. Hace que se me descoloquen las tuercas y tornillos en mi cabeza y hace que me deje llevar como nunca lo he hecho antes. Pierdo el norte con él.

Todos mis amigos y familiares dicen que lo que siento no es ni una pequeña parte de lo que sentí una vez por cierta persona. ¿Y ellos que sabrán? Ellos no saben nada de lo que ha pasado entre nosotros, saben lo que siento pero no saben la historia. Es mentira todo lo que dicen. Es mentira desde los primeros días, desde el primer beso. Aunque nos fuera mal, lo quiero igual y más que el primer día. Cada día, cada hora, cada minuto que paso sin él, siento que me falta algo, que mi vida no tiene sentido. Me faltan las ganas de hacer cualquier cosa, me faltan motivos para sonreír, me faltan fuerzas. Y sé que no debería pasarme eso y sé que él no quiere que me pase eso. Pero en serio, no puedo evitarlo. No puedo evitar depender de él para ser totalmente feliz. Puedo ser feliz por mí misma, pero no estaría completa. Joder, si es que sólo una mirada suya o un susurro suyo hacen que me sienta como si no hubiera nada a mi alrededor más que él. Hacen que me sienta como si pudiera conquistarlo todo.

Le odio. Juro que le odio por todo lo que he sufrido por él. Pero lo amo más de lo que le odio por el daño y la felicidad que me causa ahora. Y lo peor es que él lo sabe. Él sabe lo importante que es para mí. Pero dice, que no quiere que me importe tanto porque sabe que si se va, cuando lo haga, sufriré, y mucho. Y tiene razón, pero prefiero aprovechar todo el tiempo que pueda con él, a quedarme con los brazos cruzados en mi cuarto llorando e imaginándome mi vida con él y luego arrepentirme por hacerle caso y no hacer nada al respecto y no estar con él cuando aún podía. Su mayor miedo es que tengamos algo serio y él haga algo que pueda hacerme sufrir y no lo pueda arreglar. Y sinceramente no hay ningún otro idiota por el que me de igual sufrir más que él. Puedo parecer estúpida diciendo eso, pero es verdad. Lo amo tal y como es aunque sea mi perdición. Me da igual si llega a hacerme daño. Me da igual lo mucho que yo pueda llegar a sufrir. Mientras sea por él, valdrá la pena.

Si se va, sé lo que me espera después. Me esperará un largo tiempo de recuperación hasta que pueda rehacer mi vida otra vez y seguir mi camino. Lo amo, y no hay nada en este mundo que pueda hacer que pare de sentirme así. Ni siquiera él, el daño que pueda causarme o la vida que me espere cuando se vaya de mi lado.

lunes, 5 de mayo de 2014

Me mata... O peor, me enamora.

Su mirada, su sonrisa, sus manos, sus caricias, sus besos, sus suspiros, su pelo, su voz, sus abrazos, todo. Él. Me mata. Me enamora.

Todo lo que tiene que ver con él son flechas, y mi corazón es la diana.

Me encanta, pero a la vez le odio. Le odio como nunca he podido odiar a alguien. Pero también lo amo como nunca he podido amar jamás. Él saca lo peor y lo mejor de mí. Saca mis mejores sonrisas, pero también saca mis más grandes lágrimas. El amor duele. Es verdad, digan lo que digan, duele.

Después de quedar ese Domingo en el que hablamos, llevamos días en lo que no podemos soltarnos, estamos abrazados casi todo el tiempo, nos miramos a los ojos casi continuamente, sus labios rozan los míos siempre que sea posible. Pero él ama a escondidas. Sus amigos saben que nos hablamos, pero no saben lo que hacemos. De su familia sólo su madre lo sabe porque prefirió contárselo antes de que ella misma se diera cuenta.
En este puente no lo he visto ni un solo día, y el día anterior al puente tampoco. Dijo que necesitaba tiempo para pensar... Como siempre. Siempre hace lo mismo. Dice que necesita pensar y luego vuelve como si nada. Hoy lo he vuelto a ver y ha sido increíble. No penséis mal. Hemos estado tumbados en la cama casi cinco horas abrazados, hablando, mirándonos mutuamente, acariciándonos, besándonos. Intenté no decirle esas dos palabras que tanta importancia tienen, ya que no somos nada. No estamos saliendo. Tampoco tenemos una relación sin compromiso como antes. Ni él es mío, ni yo soy suya. Pero después de cuatro horas y media así, no pude contenerme. Me ardían los labios y la garganta de evitar decirlo.

-¿Te puedo contar un secreto? Te quiero.- le dije.

A la vez de sentir como se me quitaba un gran peso de encima, noté como me empezaba a pesar otro enseguida.

-Y yo a ti.- me respondió seguido de un beso.

Estuvimos un rato en silencio sintiendo las caricias mutuas y el calor de nuestros cuerpos. El cual se interrumpió cuando me dijo que en media hora se tenía que ir. El silencio siguió unos minutos más hasta que le pregunté qué pensó en esos cinco días que no nos vimos, ya que esas horas anteriores estuvimos hablando de todo menos eso. Me contó que estuvo pensando en lo que no tenía que pensar. Que sentía que quería estar conmigo pero que a la vez sabía que no debía. Que me quiere pero tiene dudas. Se me escapó una lágrima. Pero me sequé dicha lágrima antes de que se diera cuenta e hice como si no pasara nada. Hablamos tan normal del tema. Por fuera se esbozaba una sonrisa en mi cara y por dentro podía sentir cómo mi corazón se iba rompiendo en microscópicos pedazos poco a poco. Por cada palabra, un trozo pequeño, y por cada beso uno un poco más grande. Me duele estar a su lado y me duelen sus besos, pero a la vez me hacen sentir bien. No lo entiendo. ¿Por qué? ¿Por qué me siento tan bien con el dolor que me produce y a la vez me siento tan mal por la felicidad que siento? Pero no puedo evitar querer más. No puedo evitar querer más besos suyos aunque eso signifique que tenga que resolver un puzzle con los trozos de mi corazón que paulatinamente se va haciendo más y más difícil de resolver.

Los dos tenemos miedo por lo mismo. Tenemos miedo a que si lo intentamos, acabe mal. Miedo a que si no lo intentamos, gradualmente nos vayamos distanciando hasta que nos dejemos de hablar. O miedo a que si no lo intentamos, seguir siendo amigos y vernos a menudo, pero reprimiendo lo que sentimos por miedo a cagarla. Pero yo tengo más miedos que él. A la vez de tenerle miedo a esas cosas, me aterrorizo sólo con pensar en que si al final nos quedamos como amigos y nada más, que se olvide de lo que sintió una vez por mí, tener que verle con otra y aconsejarle para que le vaya bien con la que esté. Me aterra revisar todas las posibilidades que tenemos y que sólo una sea con final feliz.

Puede que si no llegamos a ser nada, lo más probable sea que nos distanciemos y no nos hablemos en años. Me olvidaré de él y de mis sentimientos. Pero algún día, puede que ya casada y hasta con hijos, lo veré, me lo encontraré por la calle o lo veré de lejos, y todos esos recuerdos y sentimientos resucitarán.

Pase lo que pase, lo único que puedo hacer es fingir que nada me pasa, aguantarme las lágrimas que quieran escaparse de mis ojos cuando esté con él y dejarlas libres cuando me quede sola. Sonreír ocultando mi dolor. Y ya el tiempo decidirá si debemos estar juntos, o si nunca estuvimos destinados el uno para el otro. Sea lo que sea, sé que siempre le querré, aunque ni yo misma lo sepa y necesite verle para recordarlo todo.

Porque lo dicho, me enamora.
Pointy Hand