"Lo ideal sería tener el corazón en el cráneo y el cerebro en el pecho. Así, pensaríamos con amor y amaríamos con inteligencia."
-Anónimo

martes, 30 de septiembre de 2014

"Ausencia eres y olvido serás."

Se acabó. Ya no habrá un 25 juntos. Ya no volveré a verte como antes. Ya no volveré a abrazarte. No volveré a sentir tu piel, no volveré a acariciarte el pelo. No escucharé más tu voz, ni tus "Te quiero", ni tus "cielo", "amor", "marmotita", "cariño", nada. No volveré a sentir el calor de tu piel, ni tu cálido respirar en mi cuello. Nunca más volveré a quedarme dormida a tu lado estando abrazados ni volverás a ser lo primero que vea por la mañana cuando hayamos dormido juntos. No volveré a sentir tus labios ni volveré a sentirte dentro de mí, siendo bruto unas veces y gentil otras. No podré hablarte cuando te necesite ni podré contarte lo que me haya pasado durante el día. No volverás a ser la razón de mis sonrisas. Nunca más se me erizará la piel por sentir tus dedos dando un paseo sobre mi piel. No podré desearte ni las buenas noches ni los buenos días. Nunca más podré llorar en tus brazos manchándote los hombros de lágrimas y relajándome con tu voz y el olor de tu perfume. No podré decirte lo mucho que te quiero y lo mucho que te echo de menos, las ganas que tengo de verte siempre o lo que quiero hacer contigo. No volveremos a ver Juego de Tronos ni Vikings juntos. No volverás a ponerme la nariz como a un cerdito ni volveré a verte imitar ese estúpido gesto que se me escapó un día por Skype. No volverás a hacerme sonreír entre lágrimas. Y sobre todo, no volverás a ser mis ganas de querer seguir adelante.

Ahora me toca echarte de menos. Verte en fotos y puede que de lejos en la calle algún día. Me toca intentar recordar lo segura que me sentía entre tus brazos. Recordar cómo me relajaba acariciarte y tocarte el pelo. Escucharé los audios que tengo de nuestras conversaciones para no olvidar tu voz e imaginaré que me vuelves a decir "Te quiero marmotita" una vez más. Soñaré contigo, con nuestros recuerdos juntos. Me quedaré dormida entre lágrimas incontables noches abrazada a mis cojines intentando encontrar tu olor en ellos incluso meses después de esta noche, porque joder, tu olor me hipnotizaba. Me despertaré en mitad de la noche buscándote a mi lado en la cama, y suspiraré y lloraré al darme cuenta de que solo estabas a mi lado en el sueño que tendría en ese momento. Cuando tenga frío desearé poder sentir tu calor. En los momentos de silencio recordaré tus suspiros y tu respirar. Echaré de menos tus labios rozando los míos, me llevaré los dedos a mis labios, cerraré los ojos y recordaré todos lo besos, robados y consentidos. Al tumbarme en mi cama recordaré esas mañanas, tardes y noches de amor y desenfreno. Y extrañaré las risas, mimos y abrazos de después, desnudos y con ganas de más. Echaré de menos ese placer que me daba el dolor que nadie me había hecho sentir antes, y echaré de menos cuando me torturabas al ir más despacio cuando quería que fueras rápido. Cuando me despierte cada mañana, sola, miraré a mi cojín y recordaré tu mirada dormida de por la mañana y tus "buenos días". Tendré la tentación de hablarte y contarte hasta la más pequeña estupidez que me haya pasado durante el día. Ahora, en vez de ser la razón de mis sonrisas serás la razón de mis llantos, de mi dolor. Cada vez que se me erice la piel será por frío. Cuando me despierte te desearé los "buenos días", y cuando me vaya a dormir, "las buenas noches", lo diré al aire, como si estuvieras a mi lado. Cada vez que llore echaré de menos la eficacia que tenían tus palabras para tranquilizarme por muy mal que estuviera. Cada vez que vea Juego de Tronos o Vikings solo podré pensar en tí, en vez de lo que pase en el episodio que esté viendo. Recordaré siempre lo mucho que me molestaba pero la gracia que me hacía a la vez cuando me ponías la nariz como un cerdito y cuando imitabas ese gesto que tanto odiaba haber hecho. Desearé no haber cometido todos los errores con los que logré perderte. Desearé haber podido besarte y abrazarte una vez más. Desearé haberme hecho más fotos contigo. Desearé poder volver atrás en el tiempo y evitar que todo lo malo suceda, evitar perderte. Pero nunca volveremos a estar juntos, no así, y puede que de ninguna otra manera.

No dependo de tí, pero no hace falta depender de alguien para amar tanto. No me hacía falta depender de ti para querer ser tuya y que tú fueras mío. No me hacía falta depender de tí para querer ser feliz contigo y con nadie más. Y yo lo siento, pero no voy a engañar a nadie. Nunca, jamás, nunca jamás en mi vida dejaré de desear volver a tenerlo todo contigo. Nunca dejaré de quererte y de querer estar contigo. Nunca volveré a enamorarme así. Si llego a conocer a alguien, cuando me diga que me quiere, cuando me ponga motes cariñosos, me sonará vacío. Cuando me abrace, yo me sentiré vacía. Porque yo lo siento, pero ni hay ni habrá nadie que pueda sustituirte. Porque tú eres tú, y eres el único al que quiero en mi vida

Yo aún tenía esperanzas, pero las tiraste a la basura y ahora decides mirar a otro lado. Lo gracioso es que es la segunda vez que me haces ésto, y lo más hilarante es que ninguna de las dos veces hayas sido capaz de hacerlo en persona...
Espero que pase lo que pase, seas feliz, porque uno de mis fallos es desearle lo mejor incluso a la gente que me hace daño. Y aunque seas el primero de la lista, mi asesino, te deseo lo mejor.

Con todo mi dolor y entre lágrimas te digo, que soy tan tonta, que si decidieras por alguna razón volver, cosa que no creo que pase, volvería, y corriendo si hiciera falta...

martes, 23 de septiembre de 2014

No sé cuánto podré aguantar.

No puedo más. Llevo años pensando en cómo acabar con mi vida y en las razones para hacerlo. Y tengo varias respuestas para las dos cosas.
Podría suicidarme con una sobredosis de pastillas para dormir, con la cual dormiría eternamente. Podría cortarme las venas. Beber lejía o algo por el estilo. Inyectarme aire en las venas. Electrocutarme. Ahorcarme. Tirarme de un lugar alto. Hay tantas posibilidades...

Dicen que la gente se suicida por cobardía. Que como no saben cómo solucionar sus problemas, huyen. Pero no es así, la gente se suicida por varias razones. Puede ser por depresión, por estar locos y escuchar voces que dicen que deben hacerlo, por impulso, por sentir que necesitan ayuda y pedir y pedir hasta que se rinden porque no la consiguen, por el simple deseo de morir, porque parece la única solución, o por haber cometido un error.

Por ahora el mayor factor que me induce al suicidio es la depresión. Vamos a ser claros, la depresión es una enfermedad. Una enfermedad dolorosa. Pero no es como cualquier otra enfermedad o cualquier dolor, es diferente. Al ser una enfermedad que reside en la cabeza, hace que vea el mundo como dolor. Siento dolor dentro, pero también por fuera. El mundo entero parece perturbado y afligido, que no hay hacia dónde escapar. Sólo sé centrarme en los fracasos y las decepciones, sólo veo el lado negativo de las cosas, siento que nunca voy a ser feliz y que mis problemas seguirán sin solución. Dentro de mi cuerpo siento algo que va a acabar estallando y acabando conmigo. Por eso el suicidio parece una idea tan seductora, porque es una opción de escape.

No me siento capaz de superar lo que sea que me pase. Quiero acabar con todos mis pensamientos y sentimientos que me atormentan. Quiero dejar de sentirme rechazada, avergonzada, culpable por todo, de sentir que no soy nada, de sentirme como si fuera un fantasma. Quiero dejar de ser invisible.
En clase apenas me hablan, suelen hablarme para preguntar cuál es la clase siguiente y dónde. Me suelo sentar sola en clase, y si no hay más sitio, entonces se sientan conmigo o me siento con otra persona, pero porque no hay otra opción.
En mi "grupo de amigos", no existo prácticamente. Parece que no estoy presente. Me ignoran, no me hablan, no me oyen, no me miran, nada. Y si estamos todos en grupo con la madre de Daveth, ella o él son los únicos que después de mucho tiempo me dicen que no me margine. No me margino adrede. Es que ya es automático. Cada oveja va con su pareja y yo me quedo sola. Siempre me pasa eso. Parece que estoy maldita o algo.
Quiero dejar de sentir asco hacia mí misma. Quiero decir que estoy bien y ser sincera cuando lo digo. Quiero sentir que soy alguien. Quiero salir a la calle sin preocuparme de las miradas juzgantes.

He intentado autolesionarme con lo típicos cortes en la muñeca, y lo hice varias veces, pero no lo suficientemente profundo como para dejar cicatriz, más bien eran arañazos graves con algo de sangre. Porque es que la verdad que cada vez que lo hacía, algo en mí me frenaba, y era el pensar en qué pasaría si alguien se enterara. Y además, no era algo que podría hacer en cualquier sitio a cualquier hora que me sintiera mal. Desde la última vez he estado buscando una forma de producirme dolor que no dejara marca a largo plazo para que nadie lo vea, algo que pudiera hacer cuando y donde quisiera. He acabado con una gomilla de éstas elásticas de oficina con las que sellan por ejemplo una cartulina enrollada cuando la compras en una papelería. De esas que algunos usan de tirachinas en clase. Esas gomillas las uso de pulseras.
Pues cuando me siento mal, cuando siento que quiero llorar, cuando me duele el pecho cuando me agobio, por ejemplo en clase, meto las manos debajo de la mesa, estiro la gomilla hasta casi su máxima capacidad, la suelto, y después observo como una raya roja empieza a dibujarse en mi piel. Puede no ser para tanto y parecer una estupidez, pero para una persona con la piel sensible como yo, eso es una tortura. Y no sé, hay algo en ver las marcas aparecer que me alivia. Hacen que olvide el dolor general que suelo sentir y me centro sólo en el de la muñeca. Por ahora eso me sirve, pero no sé cuánto podré aguantar.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Puede que ésto no cambie nada... Pero lo siento. Perdóname.

Me duele.Me duele todo.
Me arden los ojos y mis lagrimales están hinchados de llorar. Cuando parpadeo siento como si unas agujas me pincharan. Me duele el pecho. El corazón me late tan fuerte y tan rápido que parece que intenta atravesarme las costillas. Mis labios están agrietados y llenos de heridas de tanto morderlos. Me cuesta respirar. Cada vez que inspiro siento que se me van rompiendo las costillas poco a poco y que mis pulmones se rajan con cada fragmento. Hace calor, pero tengo frío. Ahora mismo me está costando escribir porque me duelen las manos y apenas tengo fuerzas para pulsar las teclas. Tengo ojeras, las cuales están irritadas de tanto limpiarme las lágrimas. Me siento tan débil que al andar a veces me mareo y tengo que sujetarme a algo para no caer. A veces al andar siento que las extremidades de mis piernas se van a separar. ¿Tengo columna vertebral? Porque ya me duele tanto que a veces ni la siento. 

Hace unos días nada de eso me dolía, no sentía nada de eso. Aunque tuviera la misma depresión, al menos no sentía tanto dolor. Pero eso es lo que pasa cuando se siente que se va a perder a alguien por culpa propia, o también cuando ya se ha perdido, duele. El dolor mental se hace físico. Se siente que se tiene el corazón roto y el cerebro decide que ya que se siente eso, que se sienta de verdad. Que duela.

Puede que lo que yo sienta y escriba no cambie nada. Pero lo siento. Siento ser tan estúpida. Siento mucho no pensar las cosas antes de decirlas. O de pensarlas demasiado y exagerar. Siento mucho no poder controlarme y hablar cuando debería callarme, ya que hablo justo cuando puedo soltar cualquier gilipollez. Siento mucho haber dejado que mi depresión te afectara. Lo siento por no ver las cosas con la claridad que debería. Lo siento por tener miedo a perderte. Siento mucho que justo por miedo a perderte, lo más seguro es que pase eso, que te pierda. Puede que ya sea demasiado tarde y hayas decidido que es mejor que no tengamos nada. Pero sólo quiero que sepas que te quiero, que siempre lo haré, y que lo siento.

La otra noche no dormí. Nada. Pasaba demasiado en mi cabeza como para dormir. No podía. Me pasé la noche escuchando canciones deprimentes de las mías. Pensando en todos mis fallos contigo y en cómo las podría haber evitado o en cómo remediarlos. Pienso que puede que gracias a mis estupideces, a lo poco atractivo que es estar siempre triste, a mis arrebatos, ya no me quieres, o que me quieres menos.
Anoche sí dormí, y tuve una pesadilla de la que sí me acordé. Por fin me acordé. En cuanto me he despertado me he puesto a escribir ésto.
Soñé que estábamos juntos en mi cama, abrazados como siempre solíamos estar. Que nos mirábamos el uno al otro. Que nos acariciábamos y nos besábamos. Pero de repente te empezabas a desvanecer. Empezabas a volverte transparente. Poco a poco dejaba de sentirte. Me estaba asustando. Ya no sentía el calor de tu piel. No sentía tu respirar. No podía mirarte a los ojos ni escuchaba tu voz. No podía pasar mi mano por tu pelo. No podía apoyar mi cabeza en ti ni esconder mi cara en tu cuello. Pero podía olerte. Me empezaba a volver loca por esa fragancia. De pronto mi cuarto se volvió oscuro y empecé a notar una brisa helada. En la oscuridad alguien me hablaba. Eras tú, pero no podía entenderte. Notaba que enloquecía. Que me desesperaba. Todo me empezó a dar vueltas. Me arrodillé en el suelo, cubriéndome la cabeza, llorando y suplicando a gritos que parase todo. Pero no paraba. Seguía y seguía dando vueltas como una peonza. Y todo paró. Aparecí en un camino, y al final del camino podía verte y me decías que fuera contigo, que me estabas esperando. Pero por mucho que andara, por mucho que corriera, nunca te alcanzaba. De la desesperación grité y me arañé la cara, me arañé tan fuerte que me hice sangre y se me arrancaron las uñas. Inesperadamente, te noté otra vez. Me estabas abrazando y me susurrabas que no pasaba nada, que estabas conmigo. Abrí los ojos porque no me creía que estuvieras ahí, pero ahí estabas, tan encantador y protector como siempre. Y me di cuenta que estábamos en mi cuarto otra vez. "¿Qué ha pasado?", te pregunté. Y me respondiste con un "Has tenido una pesadilla, no pasa nada. Estoy aquí para protegerte", y me besaste la frente. Al besarme la frente se me escapó una lágrima de alivio. Pero luego cuando me desperté de verdad, no estabas ahí. No estabas para abrazarme, no estabas para susurrarme que estabas para protegerme. No estabas para besarme la frente. Simplemente no estabas.


Ya por fin, después de tanto dolor, después de tantos fallos, me he dado cuenta de mis problemas, y si me dieras otra oportunidad, haría lo que fuera por compensarlo todo, haría lo que fuera por demostrarte que soy mejor que eso, te demostraría de verdad lo mucho que te quiero, sin dolor o celos como un extra. Porque te quiero, y si esa pesadilla se hiciera realidad, mi locura también.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Otra vez no...

"Cuando duele es cuando te das cuenta de que es el elegido. Tu único y verdadero amor."

Lo he vuelto a hacer. La he vuelto a cagar. He vuelto ha alejar a Daveth de mí. No he podido más y he dicho cosas que no debería haber dicho, al menos no así.
Pero es que no puedo más. Mi depresión me puede. Lucho una guerra todos los días en su contra y pierdo todas las batallas. Todos esos muros y toda esa fuerza que me quedaba se han derrumbado. Ya no me queda nada que me proteja de mi propia miseria. Los celos, la inseguridad, el miedo, la tristeza continua, la culpa. La ira, el rencor, el pánico, la desolación, la humillación, el asco y la repugnancia a una misma. El desasosiego, el nerviosismo, la confusión, el cansancio, la desesperación, el sentimiento de desamparo. La cobardía, la desgana, la amargura, la ansiedad, el sentirme inferior, el agobio, la desilusión, el agotamiento, el pesimismo, el sentirme vacía... Todo eso y más me conquista segundo por segundo y me consume por cada aliento que respiro. Es tanto a la vez que es indescriptible el dolor que se siente. Es peor que cualquier dolor físico. A veces siento que no puedo respirar. Que hay algo que me reprime mi tórax intentando no dejarme coger aire. Ni con respirar hondo logro coger aire suficiente. Me duelen los ojos de llorar. Me duelen los músculos de temblar. Mi cuello y mis hombros están más tensos que una cuerda en un juego de tira y afloja. Me duele la garganta de aguantar mis sollozos y de intentar tragar el nudo que noto hibernando en ella. Me mantengo despierta el mayor tiempo posible porque me da miedo quedarme dormida, porque cuando duermo me despierto llorando, sudada y a veces gritando por haber tenido pesadillas de las cuales nunca me acuerdo.

Hoy le dije a Daveth que tengo miedo. Pero se lo dije de la peor forma posible. Lo que le dije era verdad, o al menos sí que era mi opinión y mi mala forma de ver las cosas, lo que yo pienso. Y es que tengo miedo de decir o hacer algo que le aleje de mí. Tengo miedo de no ser lo que él quiere, de no estar a la altura. De no ser suficiente. Le dije que me sentía inferior a su mejor amiga. Lo cual es verdad, me siento inferior. Porque después de haber sido amiga de Daveth y de escuchar miles de veces el tipo de chica que le gusta, ella es perfecta. Sí, me dan arrebatos de celos. ¿Pero cómo no me van a dar si tiene como mejor amiga al prototipo perfecto de chica que él busca? No puedo evitarlo. Cada día pienso más y más aunque no quiera. No soy yo la que lo piensa voluntariamente, es mi inseguridad la que me obliga a hacerlo, la que me susurra al oído que soy una mierda y ella la princesa de todos los cuentos. Todo el mundo va detrás de ella. Ella es perfecta tanto física como mentalmente. Tiene los pechos y el culo en su sitio. Tiene unas curvas que ni un circuito de Fórmula 1 podría soñar con tener. Tiene un pelo liso precioso y una sonrisa de ensueño. Su risa es contagiosa. Sus uñas son largas y preciosamente femeninas. No tiene depresión, siempre está feliz. Puede que tenga sus bajones, pero es fuerte y al menos yo por ahora no la he visto llorar nunca. Y yo soy todo lo contrario. ¿Yo cómo compito con eso? Mis pechos se odian entre ellos y viven alejados el uno del otro. Mi culo es blando y fofo. Mis únicas curvas son desagradables de ver. Mi pelo está encrespado y carece de vida. Mi sonrisa está torcida y mis dientes no están en su sitio. Mis uñas no podrían ser más cortas, ya que me las muerdo hasta donde puedo. Tengo depresión. Soy una completa e inútil mierda. Claro que voy a tener celos, cualquiera los tendría si se compararan con ella. 

Cuando estoy con Daveth, cuando está conmigo, en persona, me siento bien. Cuando me abraza y me acaricia el pelo o la espalda para que me tranquilice, cuando me mira y me dice que no quiere verme llorar, cuando me limpia las lágrimas de mis mejillas, cuando me dice que me quiere, cuando me besa la nariz o la frente, cuando me aparta el pelo de la cara, cuando ve que mis ojos se empiezan a ahogar en lágrimas y me dice "Eh" y corre a abrazarme otra vez... Es todo lo que deseaba y más. Pero yo como una estúpida niñata, no lo aprecio ni lo agradezco lo suficiente. Le devuelvo todo eso con celos y reproches. Con regañinas que no se merece. Pero como siempre, me doy cuenta de todos mis fallos demasiado tarde. Soy una granada, una bomba con patas que en cualquier momento puede explotar y hacerle daño a quien no quiere. Pero el daño ya está echo. Aunque de verdad yo me recupere, deje de tener celos y toda la mierda que me pasa, el daño ya está echo. Se ha cansado de mí. Se ha cansado de mis celos, de el poco sentido que tienen mis ataques de furia, se ha cansado de aguantarme. Y me odio por ello. He alejado a la persona que más cerca quería tener. He explotado en las narices de alguien inocente, del más inocente, del que más quiero. He hecho lo que más miedo me daba hacer, perder el control sobre mí misma, con él. Le he dicho cosas que no quería decirle. Y ese es uno de mis grandes problemas, digo cosas que ni quiero ni debo decir cuando estoy deprimida o cabreada. Le echo en cara todo a todo el mundo. A veces siento que dentro de mí hay otro yo. Un yo malvado y perverso que se come mi ser principal y me controla, el yo que hace que pierda los nervios. 

Últimamente he estado peor de lo normal porque llevo esperando desde Abril o Mayo a que me pidiera ser su novia. Y ya estaba perdiendo la esperanza de que lo hiciera. Y lo iba a hacer, pero tenía y tiene sus dudas, porque si estamos así ahora que no somos pareja de verdad, ¿cómo estaremos cuando lo seamos? Pero eso es algo que él no entiende. No entiende que una gran parte de mi  mal estar es la desesperación de la espera. Yo sé, y de verdad que lo sé, que si fuéramos pareja, yo estaría muchísimo mejor de lo que estoy ahora. Porque la espera, es lo que me vuelve loca, lo que hace que pierda los estribos, y parece que no lo entiende. Aunque entiendo que me ponga a prueba... No querrá estar con una estúpida deprimida a su lado. Y es que no quiero hacer que se sienta obligado a pedirme salir. Si no quiere hacerlo que no lo haga, aunque por una parte me muero por ser su novia, pero por otra parte no quiero por si se siente obligado.
Y ese es mi mayor problema, tengo problemas de que pienso una cosa y luego pienso en el "pero" y en el "¿y si...?". Y pienso: "Le quiero. Le amo. Le adoro. Quiero ser suya. Quiero ser su novia de una maldita vez, pero no quiero agobiarlo... ¿Y si resulta que nunca seré su novia?". Eso. Esas cosas y esas preguntas me vuelven loca de remate. ¿No podría haberme dado una oportunidad y haberme pedido salir? No quiero echarle la culpa, pero yo no estaría tan mal si fuéramos pareja. Y es que yo intento, de verdad que intento superar mi depresión, intento ser feliz, intento ser normal. Intento no hacerme daño a mí, y sobre todo a él... Pero me cuesta, y sólo necesito un poco de paciencia, un poco más de la que ya tiene, ya está.

Sinceramente, no sé qué decir ya, porque siento que diga lo que diga, sólo voy a conseguir alejarlo de mí. Porque eso es lo que hago, alejo todo lo que hay a mi alrededor en contra de mi propia voluntad hasta quedarme sola. No sé lo que decir, porque diga lo que diga se puede entender mal, y diga lo que diga no podré expresarme del todo como quiero.

Pero por ahora, yo lo único que espero es que no me deje. Porque no sé qué será de mí sin él.

¿Depresión? Definitivamente.

Ya está más que confirmado. Tengo depresión. He hecho no sé cuántos tests de diferentes páginas de psicología para saber si era un bajoncillo muy extenso estos últimos años, o como yo ya pensaba, depresión. La verdad es que los tests eran para confirmar algo que ya sabía. Uno de ellos fue el más impactante. Te hacen 39 preguntas, y dependiendo del resultado te dicen si tienes depresión o no. La puntuación está dividido en tres grupos y cada grupo define tu estado:

-0 a 9 puntos:
"No padece síndrome depresivo, su estado de ánimo así como su autoestima personal se encuentran dentro de la normalidad."
-10 a 19 puntos:
"Síndrome depresivo leve. Su visión del mundo y de su futuro es algo negativa, así como su estado de ánimo, posiblemente causado por una autoestima baja, sería aconsejable consultar con un especialista."
-Más de 20 puntos:
"Padece un síndrome depresivo entre moderado y grave, debería consultar con un especialista lo antes posible."

Adivinad en qué grupo estoy. Hago ese test casi cada día, una y otra vez pensando que quizás sea un error y yo esté emparanoyada. Pero no, esta mierda es de verdad. En los días "normales" tengo una puntuación de 35 o 36 de 39, y en los días malos, 37 o 38.
Al principio yo pensaba que lo que me pasa es que estaba cambiando, pero poco a poco me fui dando cuenta de que algo iba mal, y hace mucho de eso ya.
No tengo la misma energía que cuando estaba en el colegio por ejemplo, ni ganas de nada. A mí me encantaba comer y siempre me hacía feliz el decirle a mi abuela lo que me apetecía cada día, y saltaba de alegría cuando hacía mis platos favoritos, ahora en cambio, me da exactamente igual. Paso. Que haga lo que quiera de comer pero que no me pregunte porque mi respuesta será siempre la misma: "Me da igual, no me apetece nada". 

A mí antes me hacía ilusión hacer ciertas cosas. Me hacía ilusión salir a la calle, conocer gente nueva, hacer vida, pero ahora prefiero quedarme en mi casa. No me apetece salir, no por vagancia, si no porque paso, no quiero y punto. Y eso es algo que mucha gente no entiende. Saldré cuando quiera y ya está. Si salgo ya suele ser para irme de fiesta porque con el alcohol y la música se me olvidan las penas, por esos momentos al menos, por esas noches. No bebo hasta vomitar porque ya que como a mala gana, no quiero desperdiciar la comida. Con olvidar que hay algo fuera del bar o la discoteca me es más que suficiente, al menos por ahora. De vez en cuando solía fumarme un cigarrillo, y al principio me calmaba, pero al final tan solo me dejaba un mal sabor en la boca. Si ahora fumara, fumaría marihuana, esa mierda si que relaja. 

Me siento enferma. Bueno, la depresión es una enfermedad al fin y al cabo, ¿no? Pero no sé, día a día me siento como si estuviera constipada, me duele todo el cuerpo, no tengo fuerzas para mantener mi espalda recta. Me siento como una vieja enferma atrapada en el cuerpo de una adolescente.
Siempre estoy irritada y todo me molesta. Los ruidos más mínimos me irritan y el oír a mis vecinos hablando toda la tarde hace que me den ganas de callarlos con mis puños.
No puedo concentrarme, no tengo interés en nada, no duermo o duermo muy poco, estoy inquieta y nerviosa, me siento débil, no estoy satisfecha con mi vida, me siento miserable y tengo ganas de llorar siempre, estoy sensible y lloro por todo prácticamente, me siento inútil, me avergüenzo de mi misma, siento que soy inferior a todo el mundo, casi siempre parece que tengo un nudo en la garganta, la mayor parte del tiempo tengo miedo y no sé por qué.
Estoy cansada, siento que mi voz me delata de lo apagada y falta de vida que suena la mayoría del tiempo, normalmente siento que nadie me comprende, me siento triste a todas horas, mi corazón a veces late más deprisa de lo habitual, siento que estoy podrida. Todo eso y alguna cosa menos y alguna cosa más, forma parte de mi puntuación en el test.

Y lo peor de todo es que poco a mi poco mi depresión se va a salir de los límites de cualquier test y cualquier estudio que tenga que ver con ello. Llevo años sufriendo mi miseria sola y en silencio, sin decirle una palabra a nadie más que a mi misma. Ni a mi madre, ni a nadie más. Pero ya no puedo más. Mi cuerpo ya no tiene fuerzas para dejar los problemas encerrados dentro de mí. Irradio tristeza. Se pudre todo lo que toco y todo lo que se me acerca. 
Todo en mi vida siempre han sido problemas. Mi primer recuerdo de pequeña y la mayoría de ellos, apenas tengo recuerdos buenos. 
Mi primer recuerdo, la imagen de mi propia madre en una silla de ruedas con el ojo morado, sangrando e hinchado; con un collarín, llorando y mirándome con lástima diciéndome que todo iría bien. Ese, es mi primer recuerdo. El primer recuerdo suele ser el de estar jugando a la pelota, o el de estar en un columpio, pero no, el mío es el de mi madre sufriendo por protegerme a mí una paliza de mi padre. 
Mi segundo recuerdo es algo más feliz. Mi abuelo, sonriendo, riendo conmigo. Y después, un infarto. Una reanimación. Y otro infarto, ya el definitivo. Y finalmente el funeral. Que por cierto fue la primera y única vez que vi llorar a mi tío.
Más tarde, nos mudamos, y después de estar a saber cuánto tiempo sin saber nada de mi padre, se presenta en mi cuarto o quinto cumpleaños con su nueva mujer. 
Otros recuerdos ya así más salteados y menos concretos son el de ver a mi madre borracha y yo cuidándola con mi abuela siempre. O que viniera acompañada a casa por la policía. O echa mierda después de una paliza de uno de sus novios delincuentes y borrachos que ha tenido a lo largo de los años. 
Recuerdo todas las veces que he llorado en mi vida. Las cuales realmente son pocas, porque yo antes no era de llorar aunque parezca mentira. Yo me escondía todo lo malo y sonreía, así, como si nada. 
Pero ya no puedo hacer eso. Ya no. Ya lloro hasta por la más mínima estupidez. Salto por cualquier comentario. Me aguanto las lágrimas la mayoría del tiempo. Ya no tengo ninguna, pero ninguna seguridad en mí misma. Ninguna confianza. Nada que me haga tener ganas de seguir adelante como antes. ¿Qué me queda? 
Pointy Hand