"Lo ideal sería tener el corazón en el cráneo y el cerebro en el pecho. Así, pensaríamos con amor y amaríamos con inteligencia."
-Anónimo

domingo, 31 de agosto de 2014

¿Depresión? Puede.

No sé qué tiene más altibajos, si una montaña rusa o yo. Estoy harta. Hay días en los que soy muy feliz y lo veo todo de color de rosa chillón, y luego hay días en los que todo es de un azul grisáceo, triste y pálido.
Si lo veo todo de rosa, me despierto con una sonrisa y salgo de la cama de un salto. Me miro al espejo, me veo guapa y a veces hasta delgada y le digo a mi reflejo: "Te ves bien", me sonrío a mí misma y salgo a la calle como si fuera a comerme el mundo. Todo en los días rosas es feliz. Veo sonrisas en todo el mundo, parejas felices, niños corriendo y riendo, perros andando orgullosos por la calle con sus dueños, madres jugando con sus bebés, gente deseando que tengas un buen día, y lo más importante, no me da miedo ir por la calle. No me preocupa que haya alguien que me mire mal ni su opinión.
Si me toca un día malo. Un día azul grisáceo, triste y pálido, todo va mal hasta antes de despertarme. Tardo horas en quedarme dormida, y si consigo dormir, tengo pesadillas que nunca consigo recordar, de los cuales me despierto llorando, sudada y aterrorizada. Me despierto de golpe con miedo a volverme a dormir. Cuando tengo que ver mi reflejo por primera vez en el día, me veo con asco. Me repugna lo que veo. Veo a una chica gorda y fofa que nunca conseguirá adelgazar por mucho que lo intente. Una chica cuyas curvas son sinónimo de sobrepeso. Una chica incapaz de dibujar una sonrisa sincera en su cara. Una chica de ojos tristes y cansados por la maldita noche que ha podido pasar. Veo a alguien que siento que no soy yo. Es una extraña la que me devuelve la mirada. En éstos días me cuesta comer porque siento que hasta el aire va a hacerme más gorda, o directamente paso y como hasta hartarme porque sé que da igual lo que coma, no adelgazaré. En los días malos me da miedo salir a la calle, tener que soportar el pensamiento en mi cabeza torturándome y haciéndome sentir que todo el puñetero mundo me mira, y me mira mal, que me critica todo el que me ve. Me dan ganas de volver a mi casa y esconderme hasta estar sola en el planeta. En los días pálidos todo me va mal. Soy patosa, estoy empanada, no me entero de nada, me cuesta concentrarme, mi cuerpo muerto de dolor apenas tiene fuerzas para sostenerse en pie y mis ojos no enfocan. Mis manos están débiles y mis pies se arrastran en lugar de elevarse sobre el suelo al andar. Por mi cabeza deambulan pensamientos y recuerdos tétricos y oscuros, y a veces hasta tengo pesadillas despierta. Pienso en coger algo que corte y usar mis muñecas como paletas, mi sangre como pintura y mis dedos como pinceles. Pienso en dejar de comer y morirme de hambre. Pienso en ahogarme en la bañera. Pienso en beber alcohol hasta que mi cuerpo no pueda más y necesite ser atendido en el hospital. Pienso en qué pasaría si me muriera, así, de repente. Pienso en si sería más feliz de no haber estado con mi ex, con el cual todos mis pensamientos amargos se agravaron, el cual me controló y me usó como si de una marioneta se tratara. El cual me comió la cabeza y me hizo estar en contra de todo el mundo. El cual me hacía sentirme inferior, como que yo no valía una mierda y que hasta una mosca era más importante que yo. Pienso en qué habría pasado si mi abuelo siguiera vivo y en cómo sería mi vida con mi padre. Pienso en mi pasado, mi presente y mi futuro.
Mi presente es Daveth, y gracias a él los días malos no me han jodido tan a menudo como antes como cuando estaba con el otro. Me ayuda y hace que me sienta mejor. Pero no sé por qué aún después de su amor y atención sigo teniendo días amargamente grises. Y aunque ya no sean tan graves, siguen ahí.
No sé qué me pasa. Soy feliz con Daveth, con mis amigos, con mi familia, pero me falta algo. Hay algo que me entristece siempre. Puede que sea que no tengo autoestima, o que esté traumatizada o algo por mi pasado, o que esté enferma. No lo sé. Pero estoy harta de que la mayoría de mis días sean malos. Quiero ser feliz del todo de una maldita vez. Quiero dormir tranquila sin despertarme entre lágrimas. Quiero verme en el espejo y ser feliz con lo que veo. Quiero salir a la calle confiada y orgullosa y con  la cabeza bien alta. Quiero sonreír y que la sonrisa sea sincera, que no sea una máscara ocultando cómo me siento realmente. Quiero volver al pasado y decirle que no al cabrón que me triplicó la depresión y la falta de confianza en mí misma cuando me pidió ser su pareja. Quiero dejar de ver sombras amenazando con no dejarme dormir en paz por la noche. Quiero poder superarlo todo, sola o con ayuda, pero superarlo de una vez. Pero no puedo hacer nada de eso, hay algo que me lo impide. Algo que se ríe de mí cada vez que lo intento. Algo que me traiciona y me hace la zancadilla para que me caiga. Y es que ya estoy empezando a considerar una visita al psicológico.

No sé cómo terminar éste texto. Y para ser sincera no sé ni el sentido que tiene que lo haya escrito.

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